LAS AVES

Introducción

Job 12:7-9 nos dice: "Y en efecto, pregunta ahora a las bestias, y ellas te enseñarán; A las aves de los cielos, y ellas te lo mostrarán; O habla a la tierra, y ella te enseñará; Los peces del mar te lo declararán también. ¿Qué cosa de todas estas no entiende Que la mano de Jehová la hizo?"

Hace más de tres mil años, el patriarca Job se dio cuenta de que se puede aprender mucho de la creación de Dios observando los animales. Hemos recopilado algunas de las enseñanzas que nos muestra el ciervo, el león y el camaleón. Si aun no has leído estos planes te invito a ir a la busqueda de Encontrar Planes. Puedes hallarlos por Iglesia Tabernáculo de Evangelización o por el tema Aprendiendo de los Animales para un mayor beneficio espiritual. 

En esta ocasión veremos aquello que nos enseñan: Las aves. De hecho, sus características han inspirado comparaciones, metáforas y en la Biblia se hacen muchas referencias a las aves para enseñarnos valiosas lecciones acerca de la vida.

Las aves tienen tal variedad de formas, colores, cantos y costumbres que mucha gente las observa por pasatiempo. Algunas aves llaman nuestra atención cuando pasan volando sobre nosotros en sus viajes migratorios, como los patos, los gansos, las cigüeñas y las grullas. Por milenios, la gente ha quedado asombrada al verlas viajar largas distancias, muy orientadas en lugar y tiempo.

Precisamente el primer detalle importante que nos enseñan las aves es su orientación concerniente del tiempo.

Las Aves están Orientadas en Tiempo

El Creador mismo les usa como ejemplo y Jeremías 8:7 lo describe así: "Aun la cigüeña en el cielo conoce su tiempo, y la tórtola y la grulla y la golondrina guardan el tiempo de su venida; pero mi pueblo no conoce el juicio de Jehová" 

Hay quienes aún no entienden el tiempo... El tiempo de la visitación de Dios en sus vidas.

Hemos perdido de vista que todos los días es un tiempo de VISITACION. Aún mientras lees este plan lo es. Dios siempre tiene la intención de visitarnos. Sin embargo, estamos permitiendo que las diferentes situaciones difíciles que se presentan en nuestras vidas endurezcan nuestros corazones y eso impide que podamos reconocer, y aprovechar el tiempo de visitación del Señor.

Si realmente entendiésemos el amor de Dios y Su corazón hacia nosotros, estaríamos tomando decisiones radicales para estar con Él más que practicando cualquier otra actividad en nuestras vidas. 

Él se acerca a nosotros y toca nuestra puerta cada mañana con un nuevo día de misericordia, pero le cerramos la puerta porque comenzamos el día demasiado ocupados. La revelación de Su verdadero celo por pasar un tiempo sin interrupciones con nosotros haría que cambiáramos el mundo del mismo modo que lo hicieron Sus discípulos. Sin embargo, nos hemos dejado adormilar o nos hemos quedado fascinados con las baratijas de la vida, ignorando los verdaderos tesoros de Dios. Muchos creyentes están experimentando "la esperanza que se demora" (Proverbios 13:12) "la esperanza que se demora es tormento del corazón..." ¿Tendrá que venir una crisis para conducirnos a una relación íntima con Jesucristo?

Zacarías profetizó el tiempo de la visitación para su pueblo: “Alégrate mucho, hija de Sión; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna” (Zacarias 9:9).

Zacarías fue capaz de reconocer el tiempo de visitación. Mientras que la ciudad de Jerusalén pagó las consecuencias de ignorar dicho tiempo tal cual Jesucristo profetizara en Lucas 19.

Lucas 19:35-42 nos lo relata: Y lo trajeron a Jesús; y habiendo echado sus mantos sobre el pollino, subieron a Jesús encima. Y a su paso tendían sus mantos por el camino. Cuando llegaban ya cerca de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios a grandes voces por todas las maravillas que habían visto, diciendo: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en las alturas! Entonces algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. Él, respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían. Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella, diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos.

Jesús continuó con una gran advertencia: "Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán, y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación" (43-44).

¿Por qué esperar que venga la calamidad, la enfermedad, la crisis, escasez, dolor, etc. para abrirle la puerta y dejarle visitarnos?, dejarle obrar en nuestras vidas; no a nuestra manera, sino a la suya. Llegará un día en que, al querer salir a recibirle, será Él quien cierre la puerta.

Mateo 25:6-10 lo describe de la siguiente manera: Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas. Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta.

Las aves guardan el tiempo de su venida, de su visitación; aprendamos de ellas y hagamos lo mismo.

"He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias" (Apoc. 3:20-22).