¡Buenas Noticias!Muestra

¡Buenas Noticias!

Jesús fue oprimido y tratado con toda la severidad de la crueldad; sin embargo, en ningún momento se opuso, no dijo nada, no se defendió. Abrazó cada golpe, cada humillación, cada ultraje por amor al Padre y por amor a nosotros, librándonos de sufrir lo que para nosotros era lo justo. Se aferró al madero como su meta, no desistió, no puso resistencia alguna y determinó recibir todo el castigo que nosotros debíamos pagar. Como un cordero, inocente y puro, fue llevado a muerte. Él no lo merecía, Él siempre ha sido justo; sin embargo, decidió hacerse injusto por nuestra injusticia para poder salvarnos.

Jesús fue visto y tratado como injusto; aunque Él nunca hizo nada malo, sufrió como si fuera el peor criminal. La sentencia que sufrió Jesús, era nuestra; pero ya no tenemos que pagarla porque Él tomó nuestro lugar, Él clavó en el madero la lista de acusaciones que nos condenaba.

¿Nosotros lo hubiéramos podido soportar? El único fin que íbamos a tener, era la destrucción. Estábamos condenados a dejar de existir, a ser calcinados en el lago de fuego; debíamos haber recibido el castigo que nos merecemos pero Jesús lo evitó. Él asumió pagar el precio por nuestra salvación, Él ocupó nuestro lugar para recibir la muerte que merecíamos; Él decidió hacerse indigno delante de Dios cargando nuestros pecados. Él sufrió por nosotros lo que nosotros jamás hubiéramos podido soportar; es más, aún sin soportarlo, si hubiéramos sufrido lo que Él sufrió, hubiera sido en vano, porque nosotros jamás hubiéramos sido y jamás seremos una ofrenda agradable a Dios.

Ahora podemos agradar a Dios solamente por Cristo Jesús; si no fuera por Él, estaríamos destinados a la destrucción, es lo único que nos corresponde recibir. Sin embargo, su amor nos rescató, nos ha resucitado y es por ese amor que podemos vivir en la presencia de Dios, libres de toda sentencia de condenación y de muerte.