Escuchar la voz de Dios. Muestra

Su voz da gozo a mi corazón 

Desde el momento en que aceptamos a Jesús en nuestro corazón escuchamos la voz de Dios, ¿recuerdas ese día? No fue porque te convencieron, no fueron sólo las palabras del pastor o de cualquier otra figura, algo en tu corazón supo que era Dios hablando, y un fuego y gozo llenó tu corazón.

La voz de Dios nos da dirección, consuelo, claridad, es la voz más amorosa que escucharás porque su esencia es amor, y también llena nuestro corazón de gozo porque Él es la fuente de gozo. 

María reflexionaba sobre el maravilloso y sorprendente hecho que es que Dios, el creador del universo, quiera hablarle y hacerla parte de su propósito (Lc. 1:47-48). ¿Has reflexionado sobre eso? ¿Has imaginado sobre los grandes misterios y maravillas que Dios contiene y podría hablar? Y que sin embargo, le gusta conversar contigo, escuchar sobre tu día y tu corazón. Aunque Dios es omnipresente, Él ha fijado sus ojos en ti.

Cuando Jesús resucitó y estuvo en la tierra, se apareció a dos hombres camino a Emaús, en ese momento ellos no reconocieron quién era. Pero Jesús les explicaba las Escrituras, y dice la Biblia que sus corazones ardían mientras conversaban con él. Esta es la reacción del corazón cuando tenemos un encuentro con Él, con su Palabra. 

También considera esto, Jesús pudo haber aparecido en cualquier lugar, tal vez aparecer frente a los fariseos y probar que él era quien había dicho ser, pero Jesús no tenía nada que probar. Jesús eligió aparecer a estos dos hombres (y a sus discípulos), y tomarse el tiempo para conversar, explicarles, y cenar con ellos. ¡Este es el corazón de Dios! Dios quiere revelarse a nosotros, que lo conozcamos, tener comunión, es un Dios cercano. Jesús, pudiendo estar en donde sea, elige cenar contigo.

¡Esto es para estar abrumados de gozo! Derrite nuestro corazón en humildad y amor, y nos mueve a cada vez más desear estar en su presencia.

Tip práctico:

 Haz memoria de las veces que Dios te ha hablado. Aparta un momento para silenciar todas las voces y recordar todas las palabras que Dios te ha hablado. Anota todos estos momentos donde oíste la voz de Dios. ¡Traerá gozo y fe a tu corazón!