Construyendo una fe firme Muestra

¿Qué conoces de Él?

Una conversación llena de significados; eso es lo que vi en la interacción entre Jesús y el leproso.

Este hombre, que padecía una enfermedad, tuvo un encuentro con el Mesías.  Sabiendo que, quizás, sería la única oportunidad de verlo cara a cara, decididamente fue a expresarle su mayor anhelo: su sanidad…

Sin siquiera sentirse merecedor de verle a los ojos, hizo una declaración tan poderosa, que Jesús no dudó en responder, otorgándole la sanidad y permitiendo que la experiencia quedara plasmada en las escrituras para que siguiera ministrando vidas hasta el día de hoy.

¿Qué contenía la frase que dijo este hombre que movió a Cristo tan rápidamente y de forma tan decidida sobre él, diciendo: “Quiero, se limpio”?

No pude quedarme con esa pregunta en el alma, así que comencé mi indagación, fui a mis herramientas de estudio y hallé lo que hoy les comparto. Pero antes de continuar, les confieso que me da pesar seguir llamando leproso al hombre que ya sabemos que fue sanado. Les propongo que para efectos del devocional le llamemos “El sanado”.  

Ahora sí, hagamos el análisis de la frase de “El sanado” en 3 partes:

Si quieres+ puedes+ sanarme 

“Si quieres” 

Este condicional, si lo leemos a simple vista, pareciera que sugiere una duda, pero no. La palabra original “ean” significa en caso de que y, es al final de la segunda parte de este devocional, cuando cobrará más sentido esta frase.  

La palabra “quieres” viene del griego “thelō”. Es un verbo que refiere una intención firme, un anhelo que tiene implícito deleite, placer, amor. 

Esta misma palabra es la que se utiliza en Mateo 1:19 cuando la Biblia señala: “Entonces José su marido, siendo un hombre justo y no queriendo denunciarla públicamente, quiso abandonarla en secreto.” La intención firme de José de no denunciar a María fue movida por su amor a ella. Prefirió pensar en vivir lejos de ella antes que provocarle la muerte. 

“El sanado” creyó que las acciones de Jesús eran motivadas por el amor, por eso no perdió la oportunidad de declarárselo.

Hoy, después de la venida del Espíritu Santo, disfrutamos de un gran privilegio que en ese momento “El Sanado” no tuvo: poder acercarnos confiadamente al trono de la Gracia cada vez que oramos.

Cuando oras ¿puedes confiar que quien te escucha, es un Dios que quiere determinadamente bendecirte? ¿Qué atributos de Él has experimentado de cerca y hoy puedes alabarle por ello?

Aprendamos de “El sanado” que, las genuinas declaraciones de Fe que profesan perfectamente una descripción de Su corazón, sin dudar, provocan Su atención.