[Serie Dichosos los que sufren] Recuperación del duelo y nueva vida Muestra

¿Quién nos podrá separar del amor de Dios?

Ahora que nuestra mirada está enfocada en nuestro futuro, es posible que nuevos desafíos se presenten en tu camino y que nuevas luchas y temores quieran agobiarte. El apóstol Pablo nos da la vacuna para inmunizarnos de estos temores. En su carta a la iglesia de Roma, Pablo enseña a los cristianos del primer siglo que estaban siendo perseguidos por el Imperio romano, que nada ni nadie podrá jamás separarlos del amor de Dios en Cristo Jesús.

Regresamos nuevamente a esta magnífica enseñanza de vivir en Cristo. En el bautismo, nos unimos a Cristo en su muerte y resurrección. En la nueva vida que tenemos en él, tenemos la seguridad de saber que Jesús intercede por nosotros delante del trono de Dios. Si sabemos que Dios está de nuestro lado, ¿quién nos podrá separar del amor de Cristo? ¿El sufrimiento o las dificultades, la persecución o el hambre, la falta de ropa, el peligro o la muerte violenta?

Reflexiona: ¿Cómo deseo vivir hoy, sabiendo que mi futuro hogar está con Dios y que en la tierra, tengo un defensor e intercesor que clama a Dios por mí delante de su trono? ¿Tendré temor al futuro, al sufrimiento, a las dificultades, al hambre, a la falta de alimento, a la misma muerte?

Palabra de consuelo del día: «Pero en todo esto salimos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Estoy convencido de que nada podrá separarnos del amor de Dios: ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los poderes y fuerzas espirituales, ni lo presente, ni lo futuro, ni lo más alto, ni lo más profundo, ni ninguna otra de las cosas creadas por Dios. ¡Nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús nuestro Señor!» (Romanos 8:37–39 DHH). 

Oremos juntos:

Padre Celestial, tú conoces los pensamientos que me pesan y me agobian. Los dejo en tus manos. Recibo la paz que me prometes, Espíritu Santo, conforta mi corazón, sé mi ayudador, sé mi consolador. 

Estoy convencido de que nada ni nadie me podrá separar de tu amor. Confío en que Jesús está intercediendo por mí delante del trono de Dios.

Hoy, decido habitar al abrigo del Altísimo, bajo la sombra de mi Dios Omnipotente. Decido confiar en ti y en tus promesas.

Me tomo de tus promesas, pongo mi enfoque en tu amor por mí y en el futuro maravilloso que me espera en la resurrección y en el lugar que estás preparando para mí. Estaré para siempre en tu presencia junto a todos aquellos que al igual que yo, han creído en ti. 

Te ruego que cuides mi corazón y mis pensamientos en Cristo Jesús. Gracias por tus promesas, las atesoro en mi corazón, me apropio de ellas.

En el nombre de Jesús, amén.