[Serie Dichosos los que sufren] Aceptación y paz Muestra

Un corazón agradecido

¿Te ha tocado pasar tiempo con personas agradecidas y desagradecidas? Si tuviésemos que describir el perfil de la persona desagradecida, lo único que escucharíamos es queja. El mal humor que transmite una persona desagradecida es proporcional a su amargura. La negatividad se manifiesta a través de sus poros. 

Por el contrario, un corazón agradecido está lleno de alegría y es un canto a la vida. De una persona agradecida fluye el reconocimiento de todas las cosas buenas que están a su alrededor. 

La diferencia reside en que una persona agradecida, en vez de enfocarse en lo negativo, se enfoca en todo lo que Dios ha hecho y se extiende en la fe de todo lo que hará. 

La única manera de poder cambiar el enfoque es reconocer la obra que Dios ha hecho por nosotros. Muchas veces el enemigo como ladrón vendrá a querer robarnos el enfoque correcto y a robarnos la alegría para hacernos olvidar cuánto Dios nos ama y el precio que pagó para que nosotros tengamos y disfrutemos de una vida de abundancia. 

Reflexiona: ¿Puedo pensar en cosas que deseo agradecer a Dios en este momento? ¿Puedo ver que hay personas que quizá están pasando por un mal momento y que mi testimonio, como parte del cuerpo de Cristo, es esencial para que reciban vida?

Palabra de fe para hoy: «Y todo lo que hagan o digan, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios el Padre por medio de él» (Colosenses 3:17 DHH). Su amor y su obra de salvación (que es la expresión máxima de su amor por nosotros) son el motor de un corazón agradecido. La comprensión y el enfoque en su amor, son el combustible que da vida a la alabanza, al cántico y a la manifestación de todos los buenos sentimientos de los cuales el apóstol Pablo nos llama a revestirnos. Compasión, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia; son el fruto de habernos revestido del amor de Dios. Son el fruto de una vida de agradecimiento. 

Cuando damos gracias al Padre por medio de Jesús, nuestra vida se caracterizará por hablar no a través de palabras, sino como testimonio y expresión de la vida abundante que hemos recibido por gracia, como regalo que no merecíamos. Entonces, todo lo que hagamos y digamos, será hecho en nombre de Jesús.