Santiago: Versículo Por Versículo Un Plan De Estudio De 10 DíasMuestra

Las palabras de la lengua – 3:1-12

Santiago vuelve al tema de nuestras palabras como prueba clave de la fe auténtica. En el capítulo 1, ya ha dicho que “Si alguien se cree religioso, pero no le pone freno a su lengua, se engaña a sí mismo, y su religión no sirve para nada” (1:26). Ahora, Santiago nos advierte acerca del juicio que recaerá sobre aquellos creyentes que pecan hablando. Esto significa hablar de lo que es moralmente sucio, de la fe muerta, las palabras hipócritas, el favoritismo y los falsos evangelios que ya ha condenado. Este juicio es aún más estricto para los maestros, ya que su posición implica una mayor influencia y autoridad. El crecimiento en el carácter y la madurez espiritual pueden medirse por la forma y la frecuencia con que deshonramos a Dios, a los demás y a nosotros mismos con nuestras palabras.

La lengua es pequeña. Pero tiene poder, tanto para la grandeza, como para la catástrofe. Santiago utiliza aquí tres experiencias comunes para mostrar cómo algunos objetos pequeños influyen y dirigen objetos mucho más grandes.

￭ El freno en la boca de un caballo.

￭ El timón de un barco.

￭ Una chispa en un bosque.

La pregunta lógica aquí sería: “¿Quién puede controlar esos objetos tan pequeños para poder controlar las poderosas fuerzas que desatan?”. Lo que quiere decir aquí Santiago es que la lengua, humanamente, es incontrolable. Los seres humanos usan y abusan de su poder para gobernar a animales de toda clase, pero no pueden domar su propia lengua.

La prueba de nuestra lengua demuestra que los problemas de palabras son problemas del corazón. Los cristianos tropiezan cuando vuelven a la naturaleza de su viejo corazón (agua salada) para pronunciar palabras corrosivas, que no dan vida. Por el contrario, deben depender del poder del Espíritu Santo en su nueva naturaleza (agua dulce) y hablar palabras de vida, esperanza y sanidad. Santiago lo deja bien en claro: ningún plan, ningún esfuerzo externo, ninguna fuerza de voluntad, ni modificación del comportamiento o nueva regla puede crear agua dulce en una fuente de agua salada.

La sabiduría verdadera y la sabiduría falsa – 3:13-18

Santiago utiliza la prueba de las palabras para revelar el tipo de sabiduría que las produce. Aquellos que son sabios y entendidos colaboran con el Espíritu Santo para controlar su lengua. Esta fe en acción escucha y aplica la sabiduría verdadera, celestial. La fe rechaza la sabiduría falsa, mundana. El marcado contraste que Santiago presenta aquí muestra que toda persona puede juzgar sus propios pensamientos, palabras y acciones. Las palabras que tú has hablado hasta ahora, ¿muestran una sabiduría verdadera o una sabiduría falsa?

¿Cómo es la verdadera sabiduría? La verdadera sabiduría es humilde, considerada, fructífera, pura, sumisa, imparcial, pacífica, misericordiosa y sincera, en contraste con la falsa sabiduría, que es jactanciosa, egoístamente ambiciosa, amargada, perturbadora, envidiosa y maligna.

Santiago expresa la importancia de depender de Dios para producir obras y palabras realmente sabias: “En fin, el fruto de la justicia se siembra en paz para los que hacen la paz” (3:18). Y a continuación, nos muestra cómo la paz de Dios vence los problemas y las tentaciones.

Preguntas

P1a. ¿Qué revela nuestra manera de hablar?

P1b. ¿Por qué es importante la manera en que hablamos?

P3. ¿Cómo te desafía personalmente el buen uso de tu lengua?

P4a. ¿Qué aprendes sobre la sabiduría?

P4b. ¿Cómo se compara tu sabiduría a la de este pasaje? ¿Cómo y con quién podrías practicar la sabiduría celestial?