Visto: Curación de la desesperación y la ansiedad a través de la conexión Muestra

Véalos

Cuando Jesús aparece después de la muerte de Lázaro, se encuentra con corazones de luto. Las hermanas de Lázaro están desconsoladas y sus amigos también. Ahora, ¿te imaginas cómo se sintió Marta? El duelo viene con una serie de emociones: culpa, ira, tristeza y dolor. No sabemos qué sentía Marta en ese momento. Podría haber dicho: "Si tan solo hubieras estado aquí..." con un tono de ira mientras apretaba los dientes. Podría haber tenido problemas para pronunciar las palabras sollozando y jadeando, "Si... (jadeo), solo... (jadeo), tú... (jadeo)...", entiendes el punto.

Podría haberlo dicho simplemente sin emociones, con una voz monótona, evidencia de que se sentía aturdida.

No sabemos completamente cómo expresó sus emociones. Sin embargo, lo que sí vemos claro es que Jesús respondió lentamente con amor y empatía. Jesús no descartó sus sentimientos. No la avergonzó por no tener más fe o ser más positiva. Simplemente apareció y vio la emoción. Tanto es así, que antes de hacer nada, Jesús se detuvo ante la tumba donde yacía Lázaro y simplemente lloró. Esta es una de las cosas más humanas que vemos que Jesús muestra en su comportamiento. Él llora con los que lloran. Se lamenta con los que lloran. Él aparece y los ve.

Escuché que algunos interpretan el llanto de Jesús como una indicación de que estaba triste por su falta de fe. Pero no creo que eso sea cierto. Jesús conocía el poder de la empatía. Sabía que no se trataba solo de resucitar a Lázaro de entre los muertos, sino también de presentarse y ver a otros. Jesús nos mostró que está bien llorar. Está bien estar triste y está bien permitir que otros también sientan esas cosas. Nuestras emociones no son un enemigo. Son parte de lo que somos. Es parte de la experiencia humana que Dios nos ha dado. Después de todo, las emociones son solo emociones. Los sentimientos son solo sentimientos.

Para ayudar a los demás a sentirse vistos, debemos verlos. Para ver lo que están sintiendo y reconocerlo. Reconocer los sentimientos no significa que tengamos que actuar sobre ellos. Se debe reconocer cada sentimiento, pero no se debe actuar en consecuencia.