Adicto A Estar Ocupado: Recuperación Para El Alma AceleradaMuestra

El ritmo de Jesús es relacional

Para ese asunto de diferenciar cuándo es momento de comprometerse y cuándo es momento de retirarse, me di cuenta de que Jesús hizo otra cosa muy bien: escuchó la voz de su Padre, y dejó que esos susurros divinos guiaran Su vida.

De esto, por supuesto, se trataba todo eso de "retirarse". Era sobre forjar tiempo para orar, de estar en comunión, y de sustentarse en esto.

Hace poco intentaba explicar esta idea a una buena amiga y le dije: "Es así: ¿Qué pasaría si Pam y yo os invitáramos a cenar a ti y a tu marido y, en cuanto llegarais, ella y yo nos metiéramos en el coche y saliéramos a hacer unos recados? Te quedas ahí, en el porche, con el ramo de flores que trajiste, preguntándote por qué te han abandonado tus anfitriones".

Tú y yo estaríamos asombrados por este giro de eventos también, ¿o no? Si fuiste invitado a la casa de alguien a cenar, esperas que alguien esté allí. Esperas tener tiempo de calidad con él o ella, esperas disfrutar de una conversación sin prisa, esperas que las cosas se centren en la visita en cuestión.

Así es exactamente como Jesús trató a Dios. Sus momentos de retiro, de descanso divino, no fueron migajas condescendientes mezcladas a la forma de Dios; fueron momentos intencionales e íntimos de conexión durante los cuales nada más capturaron los ojos de Jesús. “Lo que te enamora, lo que se apodera de tu imaginación, lo afectará todo”, dijo Pedro Arrupe. “Esto decidirá qué te saca de la cama todas las mañanas, qué harás con tu tarde, cómo pasarás los fines de semana, qué lees, a quiénes conoces, qué rompe tu corazón, y qué te asombra con alegría y gratitud. Enámorate, mantente enamorado, y esto lo decidirá todo”.

Jesús amaba a Su Padre. Y ese único gran amor condujo todo lo que hizo—y lo que no.

Esto me ocurrió cuando estaba sentado ahí en mi escritorio esta mañana, si yo hubiese sido consumido, no con mis propios planes, sino con el descanso de Dios, hubiera tenido reservas con las cuales servir alegremente a aquellos que tienden a interrumpir mis planes.