Himno de GraciaMuestra

Las escuchas todos los días... voces. Algunas están en tu cabeza. Algunas están en tus redes sociales. Algunas vienen de tus amigos. Algunas vienen de aquellos a los que abiertamente no les agradas.

Son las voces que intentan decirte quién eres y lo que te costará convertirte en quien deberías ser.

El problema con todas esas voces es que no pueden cumplir lo que prometen. Tu identidad no es algo que tengas que ganarte, descifrar por tu propia cuenta o luchar para conservar. Es un regalo de Dios.

El pastor y teólogo John Piper escribe: “En Jesús no perdemos nuestro verdadero yo, sino que nos convertimos en nuestro verdadero yo, sólo en Él”.

Entonces, ¿dónde encuentras tu verdadero yo?

¿En el dinero? ¿En los seguidores? ¿En los logros? ¿En la apariencia? ¿En la política? ¿En el poder? ¿En el estatus? ¿En el sexo?

No, sólo en Jesús.

2 Corintios 5:17 dice: “Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!”. (NVI)

¡Esta es una gran noticia! Significa que quien eres no está sujeto a discusión. Tu identidad proviene del Dios que te creó y te salvó. Él dice: “Eres una nueva creación gracias a Jesús... libre de tratar de ganarte la aprobación de los demás, libre de tratar de demostrar tu valor, libre de huir de tu pasado”.

Mediante la gracia de Dios a través de Jesús, no eres lo que solías ser, lo que otros piensan que eres, o lo que el mundo dice que deberías ser. En cambio, eres un hijo amado de Dios.

Y esta es la parte realmente genial...

Ya que Dios te creó, entre más te acercas a Él, más te conviertes en la versión final de quien Él quiere que seas. En cierto modo, Dios te devuelve tu verdadero yo, que es precisamente en lo que todos invertimos mucho tiempo y esfuerzo tratando de descubrir por nuestra propia cuenta.

¿Entiendes lo que eso significa?

Cada vez que otros intenten derribarte, cuando llegue la duda, o cuando sientas el impulso de ganarte la aprobación del mundo, tienes la verdad para aferrarte a ella. Puedes mantenerte firme y decir: “Sé quién soy. No tengo dudas. Soy hijo de Dios, perdonado, liberado y hecho nuevo a través de Jesús”.

Vamos, inténtalo hoy; en el trabajo, en las redes sociales, con tus amigos, incluso en tu propio corazón. Afirma lo que Dios dice que eres a través de Jesús. Recíbelo. Créelo. Vívelo. Y nunca olvides cuánto te ama Dios.

Bendiciones,

—Nick Hall