Rut Y Noemí, Una Historia De RedenciónMuestra

La historia de Rut y de su suegra Noemí, también es una historia de migrantes, ellas no son las únicas mencionadas en la Biblia. Abraham, Jacob, Moisés, y muchos hombres y mujeres de fe de la antigüedad vagaron por la tierra buscando “una patria mejor”. Su peregrinaje de fe nos permite entender que fuimos hechos para otro mundo; un hogar perfecto no estropeado por el pecado y la corrupción.

En muchos lugares de Latinoamérica, por no decir del mundo, muchas personas abandonan sus hogares y sus países, por causa de la pobreza, la violencia y la persecución. Familias enteras, soportan viajes peligrosos con niños pequeños y con poca o ninguna provisión para el viaje.

Atraviesan a pie distancias inimaginables a través de terrenos hostiles y cruzan vastos mares en balsas superpobladas. Arriesgando sus vidas con un único objetivo en mente, llegar a una mejor tierra, un mejor país, una mejor nación.

Lo triste, es saber que muchos de ellos pierden su vida en el viaje y a quienes les va mejor, terminan en campos de refugiados, esperando que alguna nación en la tierra esté dispuesta a recibirlos.

Esta realidad también afecta a los hijos de Dios en el mundo, pues al igual que Rut y su suegra Noemí, los hijos de Dios somos refugiados, anhelando una patria mejor, una morada celestial.

En nuestro pasaje de hoy, vemos que Noemí decide regresar a Belén, luego de su devastadora vivencia en los campos de Moab. Y aunque Belén era su tierra natal, ella, como viuda, no se beneficia del sistema de apoyo que habría tenido si estuviera casada, o hubiera enviudado en su país. Lo cual indica que, al regresar a Belén como viuda, termina siendo una mujer excluida en su propia tierra. En cuanto a Rut, ella ahora como extranjera, se ve en la penosa necesidad de recoger las espigas que dejaban tiradas los cegadores a propósito, como parte de un programa de asistencia social que les permitía a los pobres y necesitados sobrevivir, al recoger los restos de la cosechas.

Aunque Dios apenas se menciona en este libro, es a través de los detalles aparentemente insignificantes, donde logramos darnos cuenta de que Dios está obrando, en silencio, pero con misericordia.

En el Salmo 146 el salmista alaba a Dios por su soberanía, su fidelidad y amor inquebrantable hacia su creación y nos permite entender que Dios ve al refugiado, a la viuda, al extranjero y a cada ser humano en esta tierra como víctimas de la caída de este mundo. Por tanto, Él nos ve con compasión y tiene un plan para rescatar a los suyos.

En los versículos 7 al 9, de este precioso Salmo, las Escrituras lo asegura de la siguiente manera: El Señor hace justicia a los oprimidos, da de comer a los hambrientos y pone en libertad a los cautivos. El Señor da vista a los ciegos, el Señor sostiene a los agobiados, el Señor ama a los justos. El Señor protege al extranjero y sostiene al huérfano y a la viuda, pero frustra los planes de los impíos.

¡Medita en esto!