Viviendo Para El CieloMuestra

Día 1: Jesus Es Lo Mejor

De todas las maravillas que nos da nuestro Creador, la relación ilimitada y sin adulterar que tenemos con Jesús supera ampliamente a todas las demás. Jesús es lo mejor que alguna vez conoceremos. Su amor restaura, satisface, transforma y sana. Su gracia empodera y trae paz trascendente. Su cercanía resuelve los grandes temores de nuestros corazones y su Reinado nos llama a vivir para el cielo como un estilo de vida, en lugar de buscar lo que es mundano y fugaz. Colosenses 3:1-4 dice:

“Ya que han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios. Concentren su atención en las cosas de arriba, no en las de la tierra, pues ustedes han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, que es la vida de ustedes, se manifieste, entonces también ustedes serán manifestados con él en gloria”.

Tú y yo tenemos un espacio limitado en nuestros corazones. Cuando decidimos llenar nuestras vidas con las cosas del mundo, excluimos aquello que nos llena de una relación pura y abundante con Jesús. Es por esta razón que Jesús dijo en Mateo 6:24: “Nadie puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. No se puede servir a la vez a Dios y a las riquezas”.

Como discípulos de Jesús debemos aprender a llevar vidas diferentes a las de los que nos rodean. En lugar de mirar a los demás como nuestro estándar de lo que es bueno o correcto, debemos mirar a Jesús. En lugar de establecer el estándar para nuestras vidas observando a personas exitosas, incluso a cristianos exitosos, debemos establecer que nuestro estándar sea vivir como Jesús. Jesús valoró la relación con el Padre por encima de todo. Valoró la obediencia a la voluntad del Padre más que a todas las demás actividades. Cada respiro suyo era para la gloria de Dios Padre y en cumplimiento de sus planes, y tú y yo debemos hacer lo mismo.

Vivir para el cielo es deshacerse de cualquier peso que nos impida seguir la plenitud de la relación con Jesús. Vivir para el cielo es declarar con nuestros pensamientos, acciones y emociones que Jesús realmente es el Señor de señores y el Rey de reyes y que es digno de nuestras vidas. Vivir para el cielo es hacer tanto espacio como sea posible en nuestros corazones para Jesús. Vive para el cielo hoy y descubre la riqueza de la relación y la satisfacción que hay disponible para ti solo a través de la búsqueda de Jesús.

Guía de Oración

1. Medita en el principio de servir a dos maestros. Permite que la Biblia estimule tu corazón para buscar una relación con Jesús más que cualquier otra cosa. Renueva tu mente según lo que verdaderamente tiene valor en esta vida.

“Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.Por lo tanto, no se angustien por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya sus problemas”. Mateo 6:33-34

“Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante.Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien, por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios”. Hebreos 12:1-2

“El Señor es mi pastor, nada me falta”. Salmo 23:1

2. ¿Qué cosas del mundo has estado buscando? ¿De qué manera el mundo ha desplazado el espacio destinado exclusivamente a las cosas de Dios?

“No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta”. Romanos 12:2

3. Pídele al Señor que te guíe a vivir para el cielo como un estilo de vida. Pídele que te dé una visión de cómo es buscar una relación con él por encima de todo lo demás. Comprométete a seguir su guía por los caminos de la rectitud y aléjate de las preocupaciones y búsquedas mundanas.

“No amen al mundo ni nada de lo que hay en él. Si alguien ama al mundo, no tiene el amor del Padre. Porque nada de lo que hay en el mundo —los malos deseos del cuerpo, la codicia de los ojos y la arrogancia de la vida— proviene del Padre, sino del mundo. El mundo se acaba con sus malos deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”. 1 Juan 2:15-17