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Dios nos ha elegido como Su pueblo santo y amado, y nos exhorta a vestirnos de tierna compasión, bondad, humildad, gentileza y paciencia.

Como seguidores de Jesús, es importante recordar que estas características son parte integral de nuestra identidad. No se trata solo de ser buenas personas, de tener la promesa del cielo o de evitar problemas en la vida. Se trata de algo más profundo y transformador.

La tierna compasión es ese sentimiento de tristeza que nos impulsa a aliviar el dolor y el sufrimiento de los demás. Es tener la disposición de remediar y evitar el sufrimiento de aquellos que nos rodean.

La bondad implica prestar fuerzas a los demás, extender una mano de ayuda y apoyo cuando alguien lo necesita. Es estar dispuestos a actuar en beneficio de los demás, brindando nuestro tiempo, recursos y habilidades.

La humildad nos invita a vernos a nosotros mismos de manera correcta y realista en comparación con otros y con Dios. Reconocemos que todos somos iguales como seres humanos, pero lo que nos hace especiales es el amor incondicional que Dios nos tiene. Somos amados por nuestro Padre Celestial sin importar nuestras fallas o imperfecciones.

La gentileza es la decisión de responder a los demás desde nuestras fortalezas y debilidades, ajustándonos a las necesidades de quienes nos rodean. Es colocar nuestra relación con los demás por encima de nuestra propia importancia y demostrar comprensión y cuidado en cada interacción.

La paciencia es una elección diaria de ir al ritmo de los demás, de bajar la velocidad para caminar junto a ellos. Es mostrar una paciencia extraordinaria, especialmente cuando otros cometen errores o nos defraudan. Es recordar cuántas veces hemos necesitado la paciencia de Dios en nuestras propias vidas.

A veces, hemos conocido personas religiosas que no reflejan estas cualidades. Tal vez te hayas sentido rechazado o herido en nombre de la religión, y te pido disculpas por esas experiencias negativas que hayas tenido.

No permitas que esas experiencias te alejen de seguir a Jesús. Te invito a unirte a nosotros, a vestirte de amor incondicional, a abrazar estas características en tu vida y a expresarlas a quienes te rodean. Recuerda que, a pesar de las imperfecciones humanas, siempre hay espacio para amar y ser amado.

Reflexiona sobre estas preguntas:

• ¿Cómo puedo manifestar tierna compasión, bondad, humildad, gentileza y paciencia en mis interacciones diarias?
• ¿Cuáles son los obstáculos que me impiden mostrar estas características en mi vida y cómo puedo superarlos?