Escuchar a Dios

No hay nada como escuchar la voz de Dios. Una forma de escucharlo es a través de su Palabra. Romanos 10:17 nos dice: la fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios (RVR1960). Pero si queremos andar por fe y no por vista, si queremos escuchar la Palabra de Dios y ver cumplidas las promesas de Dios, entonces debemos seguir orando y confiar en que Dios tiene más para entregarnos. Aquí tienes algunas claves que te ayudarán:

1. Se apasionado, incluso mientras esperas

1 Samuel 3 registra la historia de Samuel aprendiendo a escuchar la voz de Dios. ¿Qué significa esto para nosotros? Al igual que Samuel, es posible que al principio no reconozcamos la voz de Dios. Podría ser necesario tiempo, paciencia y el consejo de otros para ayudarnos a discernir lo que estamos escuchando. Escuchémoslo con entusiasmo.

2. Ten un lugar para ese momento

A lo largo de los Evangelios, vemos a Jesús apartarse de sus discípulos y de la multitud para encontrar un lugar tranquilo para orar. Él hacía esto porque, aunque era y es el Hijo de Dios, también era íntegramente humano. Enfrentó las mismas luchas y distracciones que nosotros, por eso nos mostró con su ejemplo la importancia de estar a solas para orar. Del mismo modo, donde puedas y como puedas, aparta momentos en tu día para calmar tu mente y orar.

3. Persevera en ello

Si comienzas a orar constantemente todos los días y aún así te resulta difícil escuchar la voz de Dios, no te rindas. Sigue insistiendo. Sigue creyendo. Sigue orando. ¡Sigue estudiando la Palabra de Dios para que cuando Él hable, sepas que es Él! En Jeremías 33:3, Dios promete: “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.” (RVR1960). ¡Esa es una promesa que vale la pena recordar y en la cual perseverar para ver cumplida!

Oración:

Dios, te alabo porque eres bueno y digno de ser alabado. Aunque pasen generaciones, tiempos y épocas, nunca cambias. Eres fiel a tus promesas. Tu amor es perdurable. Eres digno de confianza en tu Palabra. Habla, Señor, que tu siervo escucha. ¡Amén!