A Través del AmorMuestra

Un camino de fidelidad

La fidelidad es una promesa de amor que nace de un corazón puro. La fidelidad de Dios viene de tiempo atrás, pero se llevó a cabo a través de la muerte de Jesús. En un madero, el plan del enemigo era hacer morir a Cristo; mientras que el plan de Dios era quitarnos la culpa a través de la sangre de Jesús para limpiarnos. Nos dejó sin pecado para que pudiéramos llegar a Él.

Sin duda, la fidelidad de Dios es un abrazo para el creyente que se refleja en la cruz del calvario. Ahí, Él mismo anuló el acta de decreto en nuestra contra, acción que solo podía hacerse a través de un cordero sin mancha. Porque Él es fiel de acuerdo con lo que dice Deuteronomio 7:9 «Reconoce, por lo tanto, que el Señor tu Dios es verdaderamente Dios. Él es Dios fiel, quien cumple su pacto por mil generaciones».

Hoy sabemos que Dios no nos quiere lejos de Él. Nos ama y nos muestra Su fidelidad para con nosotros, a través de la cual somos apoyados, amados y liberados. Cuando nos sentimos solos o angustiados, Él nos reconforta por medio de Su mismo ser y de la esperanza que crece en nosotros.

Dice Hebreos 6:18 «Así que Dios ha hecho ambas cosas: la promesa y el juramento. Estas dos cosas no pueden cambiar, porque es imposible que Dios mienta». En un evento público en la Cruz del Calvario, Él cumplió: Promesa y juramento en un mismo día.

Además, un Dios fiel espera que Su fidelidad nos transforme. Dice en 1 Pedro 1:16 «Sean santos, porque yo soy santo». Otro regalo que Cristo nos dio al derramar Su sangre es la santidad. Como hijos debemos trabajar la santidad día con día, porque será por medio de ella que mostraremos nuestra intención de mantenernos lejos del pecado, por amor a Cristo; es decir, será la seguridad de la convicción personal de no pecar.

En una relación amorosa, ser fiel es darle a nuestra pareja la seguridad de que estaremos ahí para ella o él. Por fidelidad no traicionamos, no adulteramos, no robamos, no flaqueamos ante la tentación, ni nos damos por vencidos ante los inconvenientes. Al contrario, somos fieles a Dios y en todas nuestras relaciones.