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¿Cómo tener un año exitoso?Muestra

¿Cómo tener un año exitoso?

DÍA 2 DE 3

Jesús depende del Padre

Jesús dependió del Padre para darnos el ejemplo que nosotros también debemos depender de Él. Jesús era Dios y vino al mundo a hacerse hombre para marcarnos un camino, el camino de dependencia de Dios. El mayor poder que hay en la enseñanza es el poder del ejemplo y Jesús vino a ser ese ejemplo que necesitamos para saber cómo vivir según Su voluntad durante nuestro paso por este mundo.

Jesús nunca le pidió algo a Sus discípulos que primero Él no hubiera hecho. En el capítulo 5 del libro de Juan podemos ver claramente cómo Jesús les comunica que aun Él siendo hijo de Dios nada puede hacer por Sí mismo sin antes haber visto al Padre hacerlo. Entonces, si Jesús no hacía nada por Sí mismo, ¿por qué la gente lo seguía? ¿Cuál era Su secreto? Las multitudes seguían al Hijo simplemente porque Él era Jesús y cuando Él está, la gente viene. Independientemente de lo que podamos hacer en una reunión, campaña o evento, la mayor atracción siempre debe ser Jesús. Por medio de Él las personas son salvas, los enfermos se sanan, los demonios son expulsados y los milagros ocurren. No son nuestras palabras, nuestros métodos o fórmulas. Es el poder del nombre de Jesús. Es Su esencia, es Su persona. Es la manifestación del Padre.

  • Jesús hacía lo que veía hacer al Padre (Juan 5:19).

Dios le mostraba y Jesús hacía. El Padre nos muestra y nosotros hacemos. El Salmo 127:1 se menciona que debemos trabajar bajo los planes de Dios. En una obra en construcción un arquitecto trabaja sobre los planos que previamente alguien concibió, sin esto el trabajo sería difícil y probablemente no tendría buenos resultados. Lo mismo debe suceder en el ministerio: hago lo que veo hacer del Padre, solo eso hago. No hago mi obra o mi parecer. En todas las cosas este debe ser mi proceder: dependencia de Dios.

  • Jesús hablaba lo que oía del Padre (Juan 5:30).

Él se regía bajo el concepto de no decir nada, solo lo que oía decir a Dios. ¡Cuántos problemas nos evitaríamos si pondríamos esto más en práctica! Hablar lo que Dios nos dice que hablemos. No es mi voluntad, sino la Suya. Debemos aprender a esperar, a callar y no hablar apresuradamente. Dios siempre tiene las palabras justas, en el momento adecuado.

Se trata de dejar reposar las aguas. Aguas quietas hasta oír la voz de Dios. Esa voz que nos acomoda, nos guía y direcciona nuestro accionar. Dejar caer mis pensamientos, todo lo que no sea de Dios para darle el control completo de mi barco. Dejar que Dios sea mi capitán, así como lo hizo Jesús. Una palabra del Espíritu Santo es más poderosa que cinco horas de consejería.

Día 1Día 3

Acerca de este Plan

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Nos gustaría agradecer a Fundación Catedral de la fe por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.catedraldelafe.org/

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