De Camino a La NavidadMuestra

Un nuevo día había venido para la humanidad, la auténtica luz de la vida que alumbra a todo hombre estaba por llegar a este mundo. La encarnación haría visible la imagen de Dios en forma humana. Al comienzo, aunque nadie lo reconoció, Él no era extraño para Su creación; Él siempre estuvo allí, y era el mismo autor de todas las cosas. No vino a un mundo extraño para Él, vino a lo que era Suyo.

Lo interesante es descubrir que Dios tuvo el valor y la honestidad de despojarse, hasta cierto sentido, de Su divinidad con el fin de identificarse con nuestra condición humana, la cual es limitada, sufrida y sujeta a tristezas. Él mismo decidió optar por pasar por todas las experiencias humanas, desde las triviales discusiones familiares, hasta trabajar arduamente con el fin de conseguir los recursos necesarios para subsistir en un mundo caído por causa del pecado, en medio de los horrores del dolor, la humillación, la tristeza, la desesperación y la muerte.

Navidad nos recuerda que el Hijo de Dios nació en pobreza y murió en deshonra, pero resucitó en gloria.

Navidad nos permite recordar que no vivimos hoy por casualidad, o porque somos producto del azar, o simplemente que estamos aquí por el deseo de uno de nuestros padres terrenales. Existimos por la voluntad de Dios de revelarse así mismo en forma humana y en ese sueño de amor, Él nos permitió nacer para Su gloria. Es por esto que todo aquel que reconoce su asociación con Jesucristo, convencido que Él es su vida original y que su nombre lo define, en ellos, Él apoya el hecho de que son realmente Sus hijos, nacidos de Él, por tanto, Jesucristo certifica la legitimidad de Su linaje.

Navidad nos permite celebrar la gloria de Dios al lograr con éxito hacernos Sus hijos.

Navidad nos permite recordar lo que Él es en realidad. Él es el Dios que está por nosotros y con nosotros, pero lo más significativo es celebrar el hecho de saber que Dios está en nosotros.

Celebramos, porque Él se despojó de todo, excepto de amor. Por tanto, podemos ser llenos de Su amor.

Celebramos, porque, aunque en la cruz, Él fue abandonado, tú y yo, nunca estaremos solos.

Navidad nos permite tener siempre presente que Él se acercó a nosotros, en consecuencia, podemos acercarnos siempre confiadamente a Él.