7 Proverbios Para El Siglo XXIMuestra

La distracción por otras voces

Uno de los riesgos de leer Proverbios demasiado rápido –es tentador, porque aborda mucho en poco espacio. Y eso a veces nos llama a huir por exceso de información– es que podemos perdernos verdaderos tesoros increíbles para este siglo nuestro. Nuestro texto de hoy es uno de ellos.

Nuestra época potencia la distracción y el entretenimiento por encima de todo. Estamos adormecidos por exceso de estimulación, y no solo porque estemos rodeados de tecnología y redes sociales. Es, principalmente –y lo mencionado solo son vehículos para ello– que nos aturde el altísimo número de voces alrededor de nuestros sentidos, influyéndonos y diciéndonos qué debemos pensar acerca de nosotros, del mundo, del futuro y el pasado, de lo bueno y lo malo, de Dios y cualquier otro aspecto.

El mundo es hoy un espacio en el que todo el mundo busca su lugar de influencia sobre otros. Cuanto más influyes, mejor posicionado estás. Tienes éxito. Lo importante es que la gente te atienda, le dé valor a lo que dices, asuma tu discurso –sea bueno o malo, correcto o incorrecto, lo cual de por sí ya es políticamente inaceptable. Y, cada cual de nosotros, además de influir en otros, escogemos a quién servimos, a qué voces daremos crédito, cuáles de ellas, además, nos harán de brújula en la vida. Hemos dejado LA VOZ por seguir OTRAS VOCES.

Teniendo en cuenta que el principio de la sabiduría es el temor de Dios, y que es Su voz y no otra la que marca lo que podemos llamar una “vertical perfecta” que calibra todo lo demás, nuestro proverbio habla alto y claro al corazón que quiera oír realmente sobre dónde está LA verdad (y no solo ALGUNA verdad de las múltiples que nos venden). La directriz es muy clara: deja de oír lo que te lleva a divagar, a dudar de todo lo bueno, a apartarte de la sabiduría, ¡y céntrate! ¡La sabiduría real sigue estando en el mismo sitio!

Para el mundo de hoy este es un mensaje inapropiado, despreciable, porque se considera pretencioso. Vas de “sobrado” cuando hablas de LA verdad y no de TU verdad, pero de nuevo el elemento que nos hace patinar es nuestra superficialidad. Preferimos escuchar UNA voz que suene bien y nos lleve donde queremos que LA que nos advierte de dónde estamos errados, y eso nos toca lo más profundo: a nuestro corazón, que es engañoso.