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DÍA 2 DE 3

Cómo alcanzar tu meta

Todos hemos sido hechos con la misma esencia. Aunque tenemos diferencias de raza, idioma, personalidad y algunas particularidades; nuestro cuerpo, mente y alma son, de alguna manera, semejantes. Gracias a eso, la ciencia médica y el deporte pueden funcionar. Si un atleta hace determinada rutina de entrenamiento será capaz de desarrollar sus capacidades y músculos de una manera semejante a otro, sin importar el lugar geográfico donde se encuentre. Aunque seamos únicos, todos hemos sido hechos a la semejanza de Dios.

En el Nuevo Testamento, el Añpóstol Pablo nos habla de una carrera que tenemos por delante; esta carrera es nuestra vida. Durante esta carrera hay momentos sencillos y felices en los que podemos correr más rápido y con seguridad, y otros en los que podemos encontrar obstáculos, desniveles, hoyos o baches. También hay momentos en que nos sentimos tan desgastados que pensamos que no podemos seguir adelante, y es entonces cuando necesitamos tener clara la meta a la que nos dirigimos, y escuchar la voz de otros corredores que nos animan a seguir hasta el final.

Los atletas corren para lograr una meta y obtener un premio por alcanzarla; así también nosotros debemos tener clara nuestra meta en la vida para poder seguir adelante cada día a pesar de las dificultades. En el plano espiritual la meta que buscamos alcanzar, y que Jesucristo nos prometió, es el Cielo, nuestra morada eterna. Todo lo que hagamos y dejemos de hacer debe ir encaminado hacia alcanzarla. El pecado es un peso que nos impide correr, por lo que nuestro caminar diario para lograr la meta debe ser dirigido por nuestro Entrenador, Jesucristo.

En la Biblia encontramos las instrucciones de nuestro Entrenador. Asirnos, sujetarnos de la Palabra de Dios y ponerla por obra cada día, nos lleva a ser perfeccionados en Él. No hay avances insignificantes. Si continuamos paso a paso, con paciencia, un poco más cada día, pronto podremos estar en buena forma para continuar corriendo. Al poner en práctica la Palabra de Dios y buscar la dirección de nuestro entrenador, nuestro ser interior se fortalece y se renueva para mantenernos firmes durante la carrera.

Señor, gracias por ser mi Entrenador. Tu Palabra me guía a cumplir la meta más importante que tengo. Te pido que me ayudes cada día a caminar en ella, a buscar Tu presencia y Tu dirección, y a recibir el ánimo de otros creyentes para pronto poder encontrarme contigo en el Cielo.

Día 1Día 3

Acerca de este Plan

[FIT] Meta

Los atletas tienen una meta que cumplir, y debido a que la vida de un atleta se asemeja al caminar del creyente, también nosotros tenemos una meta propia. ¿Sabes cuál es tu meta? En este plan de la serie FIT descubrirás ...

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