Obra MaestraMuestra

Caminamos por la vida desesperados, debido a las opiniones de quienes nos rodean. Aunque insistamos en que no nos afectan los comentarios y acciones de otros a nuestro alrededor, de cierta forma dominan nuestra vida y nos afectan al momento de tomar decisiones trascendentales. Las opiniones de otros en cierta forma han afectado hasta la forma de pensamiento sobre nosotros con relación a Dios. Llegamos a la conclusión que Dios se alejó de nosotros y que Él simplemente está enojado.

Pero, ¿cómo Dios nos ve? Esta pregunta, mis amados, era mi pan de cada día. Saturado de opiniones tanto personales como de otros a mi alrededor, de cierta forma comencé a estrangular y flagelar mis emociones. Esto me llevó a vivir en una constante vergüenza y culpabilidad por todas las cosas que había enfrentado en mi jornada.

Solo piensa por un momento: ¿Dios ve al hombre imperfecto? Bueno, bueno ya sé que tal vez tendrás la clásica respuesta trillada de que el pecado llevó al hombre a una condición de imperfección. Pero, cuando Jesús muere por el hombre y este reconoce que Cristo es suficiente para su vida, ¿todavía Dios los ve cómo imperfectos? Pablo expone una verdad gloriosa en cuanto a nuestra salvación y nuestra posición en Cristo. Pero Dios, que es rico en misericordia, por Su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos, Efesios 2:4-5). Nuestra salvación es, fue y seguirá siendo solo por gracia. Si esto es así nuestra posición delante de Él entonces no necesita tener una pizca de nuestro esfuerzo. Lamentablemente pensamos que Dios nos salva por gracia y que ahora nosotros debemos realizar nuestra parte para que Dios nos vea con agrado.

Su obra es tan pura y perfecta que no necesitó de la intervención humana para llevarlo a cabo. Me enseñaron a vivir bajo mis fuerzas y no bajo una obra perfecta y completa. Por lo tanto, por más que intentaba satisfacer las demandas siempre había algo que no había hecho bien. Era el típico juvenil cristiano que cantaba, tocaba la batería, predicaba y hasta lideraba. pero vivía como todo un infeliz. Había algo con lo que luchaba y que me avergonzaba decir. Pero, como me habían enseñado a moverme según mis fuerzas, llegué a pensar que esa debilidad era solo el producto de falta de esfuerzo. Oré, ayuné, hice vigilia, asistía a todas las reuniones, me caí al suelo, pasé innumerables veces al altar para que oraran por mí, pero cuando llegaba a mi casa; volvía al lodo. Muchas veces intente hablar con alguien sobre este asunto oculto, pero no sentía la confianza en nadie para expresarlo.

Ya cansado, decidí hacerle promesas huecas a Dios de no volver. pero siempre terminaba en el mismo lugar. Como muchos me refugié en la máscara religiosa de que todo está bajo control cuando esa no era la realidad. Cuantos sermones escuché aquella semana que decían: “Dios está enojado, Dios ya está cansado. Cuantas personas dicen ser cristianas, pero en lo oculto están enlodados por el pecado”. Yo pensaba que Dios lo decía por mí y que en cualquier momento le diría mi nombre al predicador para avergonzarme por todos mis errores. Al fin y al cabo, nunca me esforcé lo suficiente por eso Dios estaba molesto conmigo. Una noche decidí hablar con un amado Pastor. Decidí abrirle mi corazón y fue allí donde pude ser libre. Me dijo: “Luis, lo que vez en mí es gracia sobre gracia”. Hoy es un buen momento para ver y disfrutar de Su gracia, en aquellas áreas donde pensaste que verías tragedias y eternos crepúsculos.