¿Bajar? ¿Subir?

Durante el tiempo de adoración, siempre esperamos que el Señor se manifieste en medio de la alabanza y exaltación y descienda con Su poder. ¿No has pensado en que nosotros deberíamos subir? Pero, ¿cómo podemos subir? El Salmo 24:3-4 nos pregunta quién puede subir y nos presenta cómo debemos presentarnos ante la presencia de nuestro Dios.

Salmo 24:3-4 (NTV)

“¿Quién puede subir al monte del Señor?

¿Quién puede estar en su lugar santo?

Solo los de manos limpias y corazón puro,

que no rinden culto a ídolos

y nunca dicen mentiras".

Muchas veces usamos la expresión: “Señor ven a este lugar”, pero la postura de adoración que debemos tener es la de aquel que corre y busca apasionadamente Su presencia. Mateo 7:8 dice: “Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá". Vemos que buscar de Su presencia, no una postura pasiva, es una postura de continua búsqueda y acción.

Debemos anhelar subir, pero es necesario que nuestras acciones sean las correctas a la luz de la Palabra de Dios. Donde busquemos continuamente que nuestro corazón esté limpio, que nuestra intención sea solo rendir nuestras vidas como una ofrenda de adoración al Padre

Por esto, hermanos, tomando en cuenta el amor que Dios nos tiene, les ruego que cada uno de ustedes se entregue como sacrificio vivo y santo; este es el único sacrificio que a Él le agrada (Romanos 12:1).

Uno de los mayores riesgos dentro de la adoración es que idolatremos la adoración, una posición o un título. Incluso, que adoremos la adoración, busquemos el reconocimiento y perdamos el foco. A veces, como adoradores y ministros del altar, llevamos tanto tiempo ministrando que todo se puede tornar rutinario y olvidamos lo más importante, buscar de todo corazón al Señor y activamente buscar que nuestra relación con Él crezca.

• ¿Cómo te estás presentando delante de la presencia de Dios?
• ¿Vienes con tus manos limpias y con un corazón puro?
• ¿Qué cosas le pueden robar la pureza a tu adoración?