Hambre espiritual

Siempre se puede saber cuándo un apetito cambia porque siempre producirá algo diferente. Si nuestro apetito cambia de cosas de Dios a cosas del mundo, esa hambre producirá cosas del mundo. Inversamente, si nuestro apetito cambia de cosas del mundo a las cosas de Dios, esa hambre producirá cosas de Dios.

¿Qué se está generando en tu vida hoy? ¿Qué se manifiesta de tu andar, discurso, acciones, motivaciones y pasiones diarias? Si estás generando principalmente cosas del mundo, tu apetito ha cambiado de las cosas del Espíritu a las cosas del mundo. Si estás produciendo principalmente cosas del Espíritu, tu apetito ha cambiado de las cosas del mundo a las cosas del Espíritu.

Si mi apetito es por cosas como leer la Biblia, orar y adorar, tanto en privado como en grupo, entonces tengo un hambre adecuada. Sin embargo, si no tengo apetito por estas cosas, mi hambre es por cosas impropias.

Veamos qué dice la Biblia sobre el hambre. En Juan 6:25-70, Jesús se llama a Sí mismo el Pan de Vida. ¿Qué quiere decir esto? Los discípulos también estaban algo confundidos. Jesús se estaba llamando a Sí mismo la fuente de nuestro alimento espiritual. Nos estaba diciendo que cuando tenemos hambre, espiritualmente, podemos ir a Él y sentirnos satisfechos.

En Isaías 55:1-2, vemos que esta analogía se usa nuevamente. A los que tienen sed y hambre pero no tienen dinero se les dice que pueden beber y comer. Si no tienen dinero, ¿cómo es posible? Tu sed y hambre es del tipo espiritual – ¡y el Reino de Dios no cobra!

Necesitamos recuperar nuestra hambre de pan espiritual. Necesitamos un apetito por las cosas de Dios. Necesitamos dejar de satisfacernos con lo mundano. Necesitamos anhelar el alimento de la Palabra, de la oración y del culto. Nuestras vísceras deberian sonar anhelando Su presencia. Cuando hagamos esto, nuestras almas estarán satisfechas y nuestras vidas cambiarán.