Hasta el silencio es alabanzaMuestra

¿Meditación en la Iglesia?

Versículo bíblico :

“Solo en Dios halla descanso mi alma; de él viene mi salvación". (Salmo 62:1 NVI)

Existe una amplia tradición cristiana sobre meditación. Orar en silencio, cerrar el mundo material para mirar al más allá, vaciar la mente, buscar a Dios en “la nube del desconocimiento”, así lo expresó un autor inglés anónimo en un libro del siglo XIV con ese título. Escuchar el “suave murmullo” (1 Reyes 19:12 NVI), escuchar a Dios en el silencio, como escribió el salmista hace milenios, “Silencio habrá delante de ti, y alabanza en Sion, oh Dios” (Salmo 65:1 NVI).

Llámalo meditación, oración contemplativa, oración centrada, oración silenciosa, o como lo llames, aborda las mismas necesidades humanas básicas: encontrar la paz más allá de toda el bullicio. Saber quién eres en medio de las interminables demandas de tu tiempo y el fatal atractivo del ajetreo. Conocer la mente para poder rendir la mente. Hacer más haciendo menos.

Me encanta la iglesia. He adorado en el mismo lugar por más de treinta años, cantando en el coro, siendo voluntario en el comedor de beneficencia, dando clase los domingos por la mañana, sirviendo en comités, sentándome en juntas. No creo que mi matrimonio hubiera sobrevivido y prosperado sin el sustento de mi comunidad de fe. No me hubiera gustado criar a nuestros hijos sin la experiencia de escuchar las Escrituras, orar juntos, celebrar la Navidad, disfrutar la comunión, cantar música sagrada, asistir a retiros y conocer la intimidad que surge al escuchar un sermón bien elaborado, pronunciado para sacarte de tu complacencia.

Pero me pregunto, ¿Con qué frecuencia hacemos verdadero silencio en la iglesia? Hora tras hora y minuto a minuto, es muy probable que hagamos lo contrario. Hablar. Charlar a la hora del café. Separar un texto bíblico. Orar en voz alta (con algunas pausas llenas de significado). Analizar el sermón. Reúnirse en grupos para discutir un texto inspirado. Los tranquilos días semestrales o los servicios de oración atraen multitudes modestas; no son mucha competencia para las clases diarias de yoga en nuestras comunidades. Puede que nos las arreglemos para estar juntos en silencio por un rato, pero luego hablaríamos sobre lo que nos dijo el silencio. ¿Qué tal si nos quedáramos con el vacío y lo cultiváramos? ¿Qué nos diría?

Hablamos mucho sobre la oración en la iglesia. Es obvio que debemos hacerlo en nuestro tiempo libre (tiempo libre, ¿no nos dice mucho eso?) En un sermón reciente, nuestro pastor citó una línea a menudo atribuida a Martín Lutero: "Tengo tanto que hacer que pasaré las primeras tres horas en oración”. ¿Qué hizo realmente Martín Lutero durante esas tres horas? ¿Estuvo de rodillas todo el tiempo? ¿Leyó las Escrituras? ¿Meditó en el Padrenuestro? ¿Tenía los ojos abiertos o cerrados? ¿Era ese su tiempo habitual de oración contemplativa? ¿Lo hizo así Jesús en la montaña cuando necesitó alejarse de la multitud? Nadie me lo ha dicho.

Practico la meditación desde un trasfondo cristiano. La diferencia clave es la participación de Dios. A menudo me he dirigido a escritores contemporáneos que entienden sus raíces y prácticas cristianas: Thomas Keating, Richard Rohr, Cynthia Bourgeault y Martin Laird, por nombrar algunos. Soy un verdadero principiante en comparación con ellos. Pero, de nuevo, la meditación es un lugar acogedor para los aficionados. Los más grandes maestros parecen tener la humildad tanto de compartir como de no ostentar. Quisieras unirte a su número.

Lo que deseo es que la iglesia (mi iglesia, tu iglesia, la iglesia de la esquina) ofrezca algo que se sume a lo que esas personas obtienen en la sala de meditación de la oficina o durante su clase de yoga. Seguramente es algo que puede suceder. Incluso podría estar sucediendo ya.

Responde

¿Oras o meditas regularmente?

¿Cuándo, dónde y cómo oras o meditas?

Oración

Dios Padre, que mis pensamientos estén enfocados en ti. Que pueda llevarte toda mi alabanza y preocupaciones directamente a ti.