DIOS es para siempreMuestra

Los elogios son pasajeros, pero DIOS es para siempre

Tengo una carpeta especial en el correo electrónico con el nombre de «Ánimo». Cada vez que recibo un mensaje amable o de reflexión, lo arrastro a esta carpeta y lo guardo para un día lluvioso cuando mis críticos sean muchos y mi motivación, diminuta.

Si alguna vez lo han alentado, usted conoce el emotivo poder que poseen los elogios. Tal vez incluso pueda recordar las palabras exactas que su padre, profesor o entrenador le dijo hace tantos años. «Muy bien, hijo mío» o «realmente me impresionaste» son frases que guardamos en una carpeta especial dentro del corazón.

Sin embargo, el problema es que los elogios son pasajeros. Pocas personas les prestan atención a nuestros esfuerzos o se molestan en decir algo agradable. Uno puede trabajar arduamente durante meses y no recibir nada más que el cheque de pago obligatorio. Uno puede cambiar una docena de pañales al día y recibir cero gracias. Uno puede ser un buen vecino, un dedicado voluntario en la iglesia o un cónyuge desinteresado y no escuchar nada más que el silencio (o críticas de lo que no hizo bien).

En contraste, por eso adoro a DIOS. El DIOS eterno, con pura misericordia, no solo nos perdona en Cristo sino que se atreve a elogiar las buenas obras que hacemos. Incluso si nuestros esfuerzos son las cosas más pequeñas hechas por los «menores» de la tierra, el rey Jesús un día gritará: «Bien, buen siervo y fiel», palabras que resonarán por toda la eternidad (Mateo 25:21).

Entonces, cuando las personas olviden elogiarlo (o incluso darse cuenta que usted existe), recuerde al DIOS que todo lo ve y cuyos elogios duran para siempre.