Un verano con buenas noticiasMuestra

"NO QUIERO SUFRIR"

La medicina nos enseña que el dolor es un regalo, que sin él no quitaríamos nunca la mano del fuego, o no sabríamos cuando ir con urgencia al médico.

A pesar de esto la humanidad busca eliminar el sufrimiento. Prueba con médicos, alcohol, drogas, parejas, diversión, música, buenos amigos, dinero, etc.

Los Cristianos también buscamos la solución a nuestras tribulaciones, pero si no la encontramos, usamos este maravilloso versículo de Romanos 8:28

Ante este texto ya no hay nada que decir, si amo a Dios, soy llamado, y puedo no entender el porqué, pero sé que es para mi bien, aunque no siempre me sea fácil aceptarlo sin cuestionarlo.

Yo no tengo algofobia, (fobia al dolor, un miedo al dolor anormal y persistente, mucho más poderoso que el miedo experimentado por una persona normal) pero no soy masoquista, no me gusta el dolor, no quiero sufrir.

¿Será que como decía Buda? - “El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional”?-

Quizás. La verdad es que no me importa; no quiero ninguna de las dos cosas. A mí, el dolor me hace sufrir, y el sufrimiento me causa dolor. Dejo de ser filosófico para ser práctico y sencillo.

Hay un dolor que nunca terminará, y que puede evitarse si se escuchan las buenas noticias de salvación y se cree y acepta el mensaje

No sé si hay dolor comparable con el que habrá en el infierno, pero Jesús nos advirtió que no será nada agradable; y para que tengamos una idea, nos aconsejó sacarnos un ojo, cortarnos una mano o un pie, antes que ser condenados allí. Marcos 9:43-48

Nosotros, los hijos de Dios, estamos listos para ir al cielo; por eso, para los cristianos es mucho más fácil enfrentar las pruebas. Pablo de una manera magistral compara la tierra con el cielo. 2 Corintios 4:17

Un día, sentado en el sillón del dentista, mi único pensamiento era:

-Esto va a terminar, espera, quédate quieto-

Cuanta esperanza da el hecho de que todo pasa. Así es. Cuando enfrentamos el dolor, la gran esperanza es que llegará un momento que desaparecerá. Las personas que no conocen a Dios, y mueren en ese estado, irán al infierno eterno. Nada peor que eso. Cualquier otro problema, por más grande que sea, nunca podrá compararse con este.

No podemos quedarnos quietos: debemos dedicar nuestra vida a la predicación del evangelio para que todos se salven. Este es el gran desafío.