Batallas InternasMuestra

Ya no hay condenación.

Una de las más grandes batallas que se libra dentro de nosotros es por la condenación; en la mente el enemigo nos acusa constantemente porque en nuestra humanidad hacemos cosas que no son agradables a Dios y que sabemos que son pecado.

La Palabra del Señor nos alienta a seguir adelante en este carrera, recordemos lo que nos dice Romanos 8:1-4 “Así pues, ahora ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, 2 porque la ley del Espíritu que da vida en Cristo Jesús, te liberó de la ley del pecado y de la muerte. 3 Porque Dios ha hecho lo que la ley de Moisés no pudo hacer, pues no era capaz de hacerlo debido a la debilidad humana: Dios envió a su propio Hijo en condición débil como la del hombre pecador y como sacrificio por el pecado, para de esta manera condenar al pecado en esa misma condición débil. 4 Lo hizo para que nosotros podamos cumplir con las justas exigencias de la ley, pues ya no vivimos según las inclinaciones de la naturaleza débil sino según el Espíritu.”

Vemos cómo Dios ha provisto nuestra redención por medio de Cristo, ya no estamos más sujetos a la condenación, ¡somos libres del pecado y de la muerte! Esto no es una carta para dejarnos llevar hacia lo malo, es un aliciente para avanzar cada día recordando que, cuando fallemos, tenemos a Cristo nuestro abogado que intercede por nosotros delante de Dios Padre quien nos ama y desea nuestro bienestar integral.

Si has fallado entonces levántate, pide perdón a Dios y sigue adelante porque el Padre te ama y desea que avances hacia su encuentro, el Espíritu Santo te ayudará, solo debes ponerte en las manos de Dios y creer en su Palabra; permíteme orar por ti: amado Padre, en el nombre de Jesucristo nos presentamos delante de tu presencia para darte las gracias por el infinito amor que demostraste en la Cruz dando a tu Hijo en pago por nosotros; te pido por quien esté leyendo este mensaje para que tu le bendigas, le ayudes y fortalezcas para que pueda avanzar; que todo pensamiento de derrota, desánimo o temor sea quitado en el nombre de Jesucristo, ministra de tu paz, fortaleza y gozo para que tenga una vida a plenitud bajo tu cobertura, amén.