Cuidando nuestra santidad.Muestra

Siempre buscando al Señor.

Cuando miramos el tema de la santidad no hay mayor ejemplo que Cristo Jesús; Él vivió una vida de extrema santidad para el Padre, aún desde su nacimiento ya había sido apartado para la obra del Padre.

La Palabra nos dice en Isaías 9:6-7 “6 Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. 7 Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.” Este niño vino al mundo, creció en el mundo, pero no era del mundo porque le pertenecía al Padre desde su concepción, esto es verdadera santidad.

Podríamos pensar que esto está lejos de nosotros, pero no es así, la Palabra nos dice que fuimos escogidos por Dios para ser portadores de las buenas nuevas de salvación; esto es un trabajo arduo y constante en el que nosotros caminamos mostrando a las personas de este mundo que existe algo diferente en nuestro ser: el amor de Dios, la paz de Dios, el Espíritu Santo de Dios que nos guía a toda fuente de justicia y de verdad; esto es lo que nos debe diferenciar de quienes nos rodean.

No olvides mi amado hermano (a) y amigo (a) que has sido seleccionado por parte de Dios como hijo (a) suyo y ahora debemos buscar con todo el corazón agradarle; oremos: amado Padre eterno, en el nombre de Jesucristo entramos delante de tu Presencia para adorarte, bendecirte y exaltarte por tu inmenso amor y bondad; gracias porque cuando estábamos muertos en delitos y pecados nos diste vida, gracias porque cuando andábamos en oscuridad el amor de tu gracia nos iluminó, enséñanos cada día para ser imitadores de Cristo y guardarnos de todo lo malo que este mundo ofrece, sabemos que todo lo que este mundo da es pasajero, solo tú permaneces para siempre, amén.