Zona De ControlMuestra

Hay algunas cosas que necesitamos saber si es que estamos dispuestos a vivir una experiencia que implique tomar riesgos y una de ellas es que necesitamos una motivación sólida o un llamado divino y no la opinión de los demás para hacerlo. 

El sabio Salomón dice en Eclesiastés: El que al viento observa, no sembrará; y el que mira a las nubes, no segará. Quiere decir que nunca debemos esperar que las condiciones y el entorno sean favorables para dar el paso hacía aquello que tanto soñamos y deseamos ver cumplido. En el relato de Pedro caminando sobre el agua, la biblia denota claramente que el viento era contrario, es decir que si había un día para animarse a caminar en un camino nuevo y desconocido en este caso el agua, no era ese. No es sabio esperar que “los planetas estén alineados” o que el viento sople a mi favor para tomar el desafío a lo nuevo. Muchos esperan tener la edad ideal, tener los recursos, esperar a que los hijos crezcan o que se terminen las deudas para arrancar y la verdad es que el tiempo y el día preciso es ahora.

Pedro recibió una confirmación divina, las palabras de Jesús diciendo ¡Ven! No hacía falta nada más que solo creer y avanzar. Y así lo hizo, solo que se hundió a mitad de camino, lo cual tampoco le significó una derrota. Desafiarte a ti mismo y dar ese paso al frente te hará perder más amigos de los que vas a ganar, ya que cuando algunas personas puedan notar que estás volando lejos de su radar te consideraran una amenaza y no una inspiración. Vale la pena correr el riesgo, ya que si no trabajas por tus sueños, trabajarás para cumplir el sueño de otros.

La mayoría de los grandes inventos que revolucionaron el mundo y de los cuales hoy podemos disfrutar surgieron de gente común que tuvieron la entereza para reinventarse, enfrentar la crítica e ir en contra de todos los pronósticos que había sobre ellos y su futuro y es más, muchos de los inventos surgieron del fracaso de otro invento, de miles de intentos y fracasos pasajeros que los fortalecieron, que fueron el combustible.

El fracaso no es el final, el fracaso es un escalón más en esta escalera llamada vida, una escalera que nos lleva en ascenso y crecimiento, que nos encamina a un lugar más alto. Vos y yo estamos provistos de algo más que una motivación propia, llevamos un armamento que está lleno de promesas de Dios, promesas de bienestar. Mirar a los costados puede hacernos tambalear, pero no temas, la mano de Jesús siempre está extendida.