Corazón De DiscípuloMuestra

7. Aún queda mucho por aprender.

Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado. Pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está por delante. (‭Filipenses‬ ‭3‬:‭13‬)

Que impresionantes e inspiradoras palabras de un hombre como el Apóstol Pablo, con un llamado y un ministerio como el suyo, con una revelación de Jesucristo y el reino de Dios tan amplia, prácticamente el autor de todo el Nuevo Testamento, con tantos seguidores y con una experiencia de haber sido traspuesto de este mundo al tercer cielo. 

Creo que estaba previendo que muchos hombres después de él y en la actualidad se iban a enaltecer a sí mismos por el ministerio, las revelaciones y las experiencias sobrenaturales y fue una de las razones por las que dijo esas palabras. 

Es necesario tener al mismo Cristo por dentro y su carácter dominando nuestras emociones para después de tantas experiencias como las que tuvo el Apóstol Pablo no enaltecernos. La clave es reconocer: “Con Cristo he sido juntamente crucificado; y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en la carne, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios quien me amó y se entregó a sí mismo por mí.” (Gálatas‬ ‭2:20‬)

Una de las evidencias de un corazón de discípulo es reconocer que las cosas no suceden por mí, sino porque una vez que recibí a Jesucristo y fui bautizado, estoy anunciando que soy participante con Cristo en su muerte y su resurrección y que ya no vivo yo, sino Él en mí. Dice una vieja alabanza: “No era la sombra, ni tampoco Pedro, era porque Pedro tenía el Espíritu del Nazareno”. 

Cuando reconoces esto y que aún te falta mucho por alcanzar por más lejos que Dios te haya llevado, déjame decirte que Dios siempre estará complacido contigo y le resultará muy sencillo darte cada vez más y más sin límites. 

Entendamos que siempre hay más y que lo mejor siempre será el cielo, que nada de este mundo se puede comparar con el futuro glorioso que nos espera por toda la eternidad.