¿Puede Aún Confiar en Dios?Muestra

He visto cómo muchas personas han salido de una dificultad menos ardua de la que enfrentó el apóstol Pablo, y sin embargo están llenos de enojo y hostilidad. Quedaron enojados con Dios, por lo que creen que les hizo. Pero ese no fue el caso de Pablo. ¿Por qué? Porque reconoció que aquello que Dios permitió que le sucediera, era parte de lo que deseaba hacer en su vida. Mientras más dependía Pablo de la fortaleza del Señor, menos ponía su mirada en lo que enfrentaba. Su fe en Cristo creció al punto que pudo declarar con toda sinceridad: "Me gozo en mis debilidades".

La idea de estar contentos en medio de la necesidad contradice el mensaje que el mundo proclama. En una época que se caracteriza por la competencia que muchos tienen por obtener más poder y control, es poco usual que alguien se emocione al hablar de su propia debilidad. Al examinar la vida de Pablo, nos resulta difícil creer que era un hombre débil. Por el contrario, debatió con los apóstoles de Cristo sobre la salvación de los gentiles; y ganó ese debate. Dedicó su vida a predicar en medio de las circunstancias más hostiles. Plantó iglesias en las ciudades más importantes de Asia Menor y en muchas ciudades portuarias a lo largo de las costas del mar Ageo. Pablo entrenó a los primeros pastores y ancianos de las primeras congregaciones. Y, además de todo eso, escribió la mitad del Nuevo Testamento.

No sé lo que piense al respecto, pero esa descripción no nos hace pensar en un hombre débil. Si Pablo hubiese sido un hombre de negocios, hubiera tenido mucho éxito. Sabía cómo trazar metas y cómo alcanzarlas. Sabía los principios para motivar a las personas y qué debía hacer para animarlos.

¿De qué manera podemos entonces reconciliar lo que él mismo declaró sobre la debilidad con sus maravillosos éxitos? Es bien sencillo. La respuesta se encuentra en la frase, "cuando soy débil, entonces soy fuerte". Podríamos parafrasearlo de la siguiente manera: "Cuando yo, Pablo, en mis propias fuerzas soy débil; entonces yo, Pablo, al depender del poder de Cristo en mi vida, soy fortalecido, y puedo alcanzar todo lo que el Señor requiera de mí, pues soy lleno de su poder para hacer su voluntad".