Virus Letal vs Salvación EficazMuestra

El virus más letal: “la desobediencia a Dios”

La caída de Adán ocasionó que la humanidad entera fuera apartada de la gloria de Dios. Su desobediencia, el pecado que cometió tuvo como consecuencia que todos fuéramos culpables y merecedores de la justa ira del Creador. Prueba de ello es que tenemos una naturaleza pecaminosa, esa es la esencia de nuestra naturaleza caída; desde que nacimos, nacimos con la cimiente del pecado en nuestro ADN.

Fue necesario que Jesús nos rescatara para que seamos sellados una vez que somos alcanzados por su gracia y podamos vencer el protagonismo que el pecado ha tenido en nuestra vida. Porque es cierto que por causa de un solo hombre nos hicimos pecado pero también es cierto que cada uno de nosotros es responsable de pecar ante Dios. 

Así como por la desobediencia a Dios de un solo hombre, Adán, todos nos hicimos pecado; por la obediencia a Dios de un solo hombre, Jesús, somos salvos, libres de toda culpa, justificados y alienados nuevamente para estar en comunión permanente con Él, sin que nada ni nadie jamás pueda romper ese vínculo perfecto y sagrado, ese vínculo de amistad eterna que nos regaló con el Padre.

Cuando Jesús pagó el precio de muerte por nosotros, el virus letal del pecado y de la desobediencia que nos condenaba dejó de tener peso sobre nosotros y gracias a Su sacrificio y posterior resurrección, hoy podemos gozar de una relación cercana con el Padre. 

Jesús nos libró de la muerte, de la destrucción eterna, de vivir en enemistad con Dios; somos sus amigos, sus hijos y sus siervos y podemos estar totalmente seguros del regalo de la salvación y del don de la vida eterna que nos ha entregado por fe y por gracia.

Si Jesús nos liberó de la condenación significa entonces que por la nueva vida que tenemos gracias a Él no deberíamos seguir aferrados al pecado, somos libres para siempre. Ahora debemos deleitarnos en corresponder a su amor con nuestra obediencia.