Pruebas De La Existencia De Dios Muestra

Dios te sorprenderá de la menos esperada

Antes de conocer realmente a Dios, pensamos en milagros extraordinarios, pensamos en ver cosas maravillosas hechas por Dios, muchas veces tenemos en nuestra mente la famosa frase “tengo que ver para creer”. A veces esto se dificulta porque nosotros, los seres humanos, no le prestamos atención a los pequeños detalles, a esos milagros que pasan desapercibidos por nuestra rutina diaria pero que, sin embargo, son una muestra de la existencia de Dios y de su amor hacia nosotros.

Existe un versículo que tal vez ya hemos escuchado en el pasado, yo desde pequeño lo escuchaba y siempre me gustó mucho, sin embargo, nunca le presté atención a lo que realmente quería decir. Jesús nos dice en Mateo 6:26

“Fíjense en las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros; sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas?”

En el contexto en el cuál Jesús dice estas palabras, es porque nos quiere enseñar que de nada sirve preocuparnos, por más preocupación que tengamos no podremos añadir una sola hora a nuestras vidas (vers. 27).

En mi vida personal nunca le tomé la importancia que debía a las palabras de Jesús en ese momento, tal vez porque para mí el comer era rutinario y no era nada milagroso. Hasta que un día debía ir a trabajar y olvidé mi desayuno y mi almuerzo, en esos días no disponía de dinero para poder comprarme ni una sola comida, así que me resigné a que no iba a comer durante el día, mientras trabajaba escuché que una compañera de trabajo me llamaba y me dijo lo siguiente “mi mamá hoy se equivocó y me envió 2 desayunos ¿no quieres el desayuno que me sobra?” yo le dije que si quería el desayuno y me encontraba feliz porque al menos podría comer una vez en el día, no obstante no le tomé la importancia debida y seguí con mi trabajo. Llegó la hora de almorzar y me quedé usando el cedular porque no tenía almuerzo para comer, unos minutos después llego otro compañero y me dijo “hoy tuvimos una actividad y nos sobró un plato de comida, ¿lo quieres?” dije que sí y le agradecí mucho, pero en este punto sentí el amor profundo de Dios hacia nosotros como nunca lo había experimentado, pero no se debía a que Dios no me lo haya mostrado antes, se debía a que nunca le tomaba importancia a esos pequeños milagros que Dios nos regala cada día, al final me di cuenta que a pesar de todo, Dios siempre ha puesto sobre mi mesa algo para comer y ese es un gran milagro que contemplo todos los días y que me demuestra que Dios es real, más real que yo.

Cuando dudemos de la existencia de Dios, detengámonos un momento y miremos a nuestro alrededor, Dios siempre tiene un pequeño gran milagro esperando a ser notado por nosotros y por medio de estos milagros nos hace saber que nunca estaremos solos.

~Joshua Echeverría