La gracia de Dios  Muestra

Historias de la gracia 

La gracia está en el corazón de la historia de Dios. Veamos tres de las muchas historias de gracia que encontramos en la Biblia.

La mujer en el pozo

En Juan 4, Jesús tuvo un encuentro con una mujer samaritana que llegó a un pozo. Cuando le pidió algo de tomar, ella se sorprendió: Él era judío y los judíos no se relacionaban con los samaritanos. Él le habló del Agua Viva que Él podía darle para que nunca más tuviera sed. Pero le dijo que primero buscara a su marido, y ella respondió que no tenía uno. Jesús realmente sabía que ella había tenido cinco maridos, sin incluir al ese con quien vivía. Esta mujer no era un pilar moral en la sociedad. Sin embargo, Jesús se encontró con ella donde estaba y le ofreció algo que cambiaría su vida. 

Pedro niega a Jesús

Algo ocurrió en la vida de Pedro que la mayoría de nosotros no habría predicho. Aún así, Jesús sabía que Pedro —el primer discípulo llamado— lo traicionaría un día. Justo después del arresto de Jesús, Pedro trató de mantenerse oculto, pero en cambio fue reconocido. Fue después de la tercera negación cuando Pedro escuchó el canto de un gallo, y se fue llorando. No sabemos lo que ocurrió entre la negación y el verle corriendo a la tumba al oír que Jesús estaba vivo, pero algo ocurrió. Más adelante, en Juan 21, veremos a Jesús restituyendo a Pedro al pedirle tres veces que le declare su amor. 

Ladrón en la cruz

Lucas 23 contiene una breve conversación entre Jesús y los dos ladrones crucificados junto a Él. Uno de ellos estaba amargado, exigente, y dudaba de quién era Jesús. El otro sabía que merecía la muerte, pero que Jesús no. Entonces, le pidió a Jesús que se acordara de él. Y la respuesta de Jesús debió dar una paz asombrosa a aquel ladrón en la cruz cuando le aseguró que estarían juntos después de exhalar su último aliento. 

Al considerar estos tres relatos de la Biblia, puede resultarnos más fácil entender la concesión de la gracia a la mujer del pozo y a Pedro. Después de todo, parece extremo matar a alguien por cometer adulterio, ¿no es así? Y Pedro, aunque negó conocer a Jesús, hizo muchas otras cosas buenas por Él. ¿Pero y el ladrón? Bueno, este podría ser el mejor ejemplo de cómo es la gracia. Cuando Jesús le dice allí mismo —en el último minuto— que estará con Jesús en el paraíso ese mismo día, es difícil para nosotros comprender este profundo acto de gracia.  

Esta es la esencia de la gracia de Dios en nuestras vidas. Cuando aún éramos pecadores, Cristo murió por nosotros. No tenemos que hacerlo todo bien primero. Solo quiere que acudamos a Él tal como somos.