Restauración: Plan bíblico de lujoMuestra

Día 4: En la cima

“Recibí premios muchas placas

Pero no mantienen mi alma intacta

Pierdes tu mente y ganas los bastidores

La fama es droga, igual que el crack”

“…todo es vanidad y correr tras el viento". Al leer el libro de Eclesiastés, notarás que esta frase se repite. Aunque no sabemos con certeza quién escribió este libro, se le atribuye autoría al rey Salomón. El rey Salomón tenía todo lo que una persona puede desear. Tuvo riqueza, fama, poder y estatus, más que nadie en la historia. Este hombre recibió más premios y placas de lo que creyó. Era la personificación de alguien que "lo logró". Pero al final de su vida, cuando reflexiona en su duro trabajo pasado y todos sus logros, llega a una dura conclusión, nada es perpetuo y lo que está fuera de Dios carece de sentido.

La cultura nos dice que la esperanza y la vida se encuentran en nuestro estatus y en nuestra riqueza. Pero mucha gente, como Salomón, llega al final de sus vidas habiendo puesto toda su esperanza en estas cosas y se encuentran vacíos. ¿Cuál sería la solución? ¿Cómo vivimos una vida llena de propósito y significado? ¿Cómo hacemos para que nuestras vidas cuenten? Al final de Eclesiastés, Salomón llega a la conclusión fundamental de que la vida sin Dios no tiene sentido. Esto es verdad inclusive en nuestros días. El éxito y los premios no tendrán valor cuando estemos en la eternidad ante el Señor. Lo que le da sentido a nuestra vida es la relación con Cristo y el vivir una vida de acuerdo a Él. Colonenses 3:23–24 nos muestra cómo podemos vivir una vida para el Señor, alcanzar verdadero éxito y evitar llegar al fin de nuestros días con arrepentimiento.

Oración: Señor, ayúdame a valorar el éxito eterno por sobre el éxito terrenal. Te doy gracias por los dones excepcionales y las habilidades que me has dado y te pido que me ayudes a usarlos para Tu nombre y gloria. En el nombre de Jesús.