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Dios en Mi MaternidadMuestra

Dios en Mi Maternidad

DÍA 4 DE 5

Día 4: Soy una madre débil. (María, madre de Jesús)


Hijo, ¿saldrás otra vez? Madre ha llegado el tiempo, debo proclamar la verdad. Por lo menos podrías llevarte un poco de comida y agua. Claro, mamá. De esa manera, la madre de Jesús le despidió en la puerta extendiendo a su hijo amado un cálido y fuerte abrazo. Ella sabía que había comenzado el camino que lo llevaría a Su gran victoria. A la distancia le vio irse, cayó de rodillas y habló al Dios Padre; ¿porqué no puedo estar un tiempo más con él? Recuerda Padre Amado, soy una madre débil. 


No sé qué Dios pudo haber respondido a esa débil madre que conocía que su hijo cumpliría un propósito eterno. Probablemente Dios secó sus lágrimas y besó con ternura su cabeza, trayendo consuelo al corazón que ya debía desprenderse de su hijo Jesús. No debió ser fácil para María entregar su hijo a la mayor causa de vida, la salvación para toda la humanidad. María, madre débil, no paraba de orar y llorar por su hijo, pues conocía el futuro que le aguardaba. Ella sabía que su hijo sería su salvador y que para salvarla lo perdería.


Imagino la escena en la que Jesús caminaba hacia el Gólgota, el lugar que sería testigo de su muerte. Quizás, Jesús no alcanzaba a ver a su madre en medio de la multitud, pero ella no perdía su paso. Siempre estuvo cerca. No podía perderse ese momento tan terrible y a la vez glorioso. Su hijo iba camino a ofrecer su vida para regalar a todos la salvación. Ella, su madre débil, no dejaba de ver a su pequeño Jesús caminando a un lugar que con crueldad acabaría con su vida. 


Jesús, su hijo, bajó su rostro desfigurado logrando mirar a su madre llorosa y sin consuelo. Lleno de amor susurró “gracias madre por tu amor, tu entrega y sacrificio. Hoy cumpliré mi verdadero propósito, el eterno. Hoy obtendrás tu salvación. Yo no estaré lejos madre, te espero en el paraíso eterno”. Luego se escuchó un largo suspiro que terminó con el temblor que sacudió toda la región.


Reflexionemos: La maternidad de María fue extraordinaria y desde el inicio sabía que su hijo tenía un propósito mayor. Cada lágrima de profundo dolor nos hablaron alto de su abnegado amor. Ella sabía que nos salvaría, pero para salvarnos perdería a su amado Jesús.

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Acerca de este Plan

Dios en Mi Maternidad

En ocasiones las madres podemos pensar que nuestras circunstancias son vanas para Dios. Que nuestra vida cotidiana no es importante para Jesús. ¡Qué bueno que estás leyendo estas líneas!, porque a partir de ahora comenz...

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Nos gustaría agradecer a Diariamente Mamá Podcast por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://anchor.fm/diariamentemamapodcast

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