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Mateo: Un hombre que testificó a sus amigos

Como cobrador de impuestos, Mateo tenía una muy mala reputación. Los cobradores de impuestos eran considerados traidores ya que ellos trabajaban para las fuerzas romanas de ocupación; además tenían fama de cobrar más de lo requerido por el gobierno romano y embolsarse las ganancias.

Cierto día, al estar trabajando Mateo en su puesto cercano a la orilla del lago, llegó Jesús y le dijo: “Sígueme. Y se levantó y le siguió” (Mateo 9.9). Mateo estaba siendo reclutado para un nuevo tipo de agencia de cobranzas.

Al abrir Mateo su vida Cristo, dijo adiós a un pasado lleno de lujos. Pero, sin duda que él debió estar preocupado por sus amigos, ya que al poco tiempo organizó una gran fiesta para ellos, y “muchos publicanos y pecadores” acudieron para conocer a Jesús y a sus discípulos. Mateo inició un grupo de evangelismo de afinidad natural.

El nombre de Mateo significa “regalo de Dios” y uno de los regalos de Mateo para el mundo fue su Evangelio. Debido a que el Evangelio de Mateo salió de la pluma de un contador, este contiene más menciones referentes al dinero que los otros Evangelios.

El Evangelio de Mateo es el único que menciona el evento de cómo Jesús sacó el dinero para poder pagar el impuesto del templo de la boca de un pescado (Mateo 17.24-27). Solamente en el Evangelio de Mateo se menciona la parábola del hombre que se rehusó a perdonar a su deudor (Mateo 18.21-35) y las parábolas de los tesoros escondidos, incluyendo la perla de gran precio (Mateo 13.44-46). Y solamente en su Evangelio, Mateo mostró cómo la escala salarial de Dios está en contradicción con las normas terrenales, ya que él es un Dios de gracia (Mateo 20.1-16). Es también el Evangelio de Mateo el único que narra acerca de la red que atrapó toda clase de peces, buenos y malos (Mateo 13.47-50). Al igual que las personas en el fin del mundo, los peces fueron separados; sólo los buenos fueron salvos. Mateo tomó muy en serio aquel mensaje cuando testificó a los pecadores.

Mateo concluye su Evangelio con la Gran Comisión, en la cual Jesús manda a su equipo de trabajo a “id y haced discípulos a todas las naciones” (Mateo 28.19). Mateo no sólo ratificó el evangelio a sus amistades, el viejo publicano también levó las buenas nuevas a todo el mundo.