El pacto matrimonial en una sola carneMuestra

Cuando contraes matrimonio no tan sólo te comprometes con tu cónyuge, sino también con Dios; y a su vez Dios se compromete con el matrimonio constituido. Se compromete a bendecirlo, nutrirlo y cuidarlo. Dios creó la institución del matrimonio, y Él es su guardián y garante. Pero los cónyuges deben actuar como buenos mayordomos del pacto, y como tales están comprometidos a cumplir con los términos del pacto y con sus cláusulas, para que la bendición de Dios se haga efectiva.

Cláusulas del pacto en una sola carne:

• Compromiso de por vida. “Así que no son ya dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mateo. 19: 5,6). 
• Lealtad y fidelidad al cónyuge. “Honroso sea en todos el matrimonio y el lecho sin mancilla” (Hebreos 13:4). Es un vínculo de exclusividad. 
• Amor y sumisión mutua entre los cónyuges. ”Las casadas están sujetas a sus propios maridos, como al Señor” (Efesios 5:22); “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella” (Efesios 5:25). Este es el modelo de funcionamiento entre Cristo y la iglesia, a que se exhorta a los cónyuges a observar y acatar.
• Preeminencia de Cristo sobre el matrimonio. “Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican” (Salmos 127:1). Dios tiene el primer lugar y reclama el centro (trono) en la vida de los cónyuges. La interacción entre el esposo y la esposa es realizada como un acto de obediencia a Dios. “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres” (Colosenses 3:23). Es así como “Las casadas están sujetas a sus propios maridos, como al Señor” (Efesios 5:22); y los “Maridos, amen a sus mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella” (Efesios 5:25).