Blending a Family - Oficio religioso de 40 díasMuestra

Día 2 

Oficio religioso

Después de la Luna de Miel

Los Becnel se casaron en 1989 y ensamblaron una familia de cinco hermosos hijos. Después de una maravillosa luna de miel, volvimos a casa, donde nuestros hijos habían puesto un “cartel” que decía “¡Bienvenidos a casa, mamá y papá! ¡Los queremos!”

En ese momento pensé: “Guau, ¡esto no podría ponerse mejor!” Y por mucho tiempo no mejoró para nada. Las cosas comenzaron a deteriorarse rápido. En pocos días, comenzaron las discusiones, las palabras duras y los sentimientos heridos.

Estábamos abrumados con varios problemas, y reaccionamos a los síntomas sin entender las verdaderas causas subyacentes. En pocas palabras, estábamos haciendo todo mal, aunque creíamos que lo que estábamos haciendo estaba bien. 

Los cuatro problemas más grandes que tuvimos fueron los siguientes:

1. No había lazos afectivos entre los padrastros e hijastros, lo que generó barreras emocionales y una actitud defensiva,

2. La manera de Moe vs. la manera de Paige,

3. Interferencia de la familia extendida,

4. Desacuerdos con respecto a la disciplina.

Nos faltaba una comprensión de las heridas y sueños rotos pasados que llevaba cada corazón en nuestra nueva familia.

El divorcio, o cualquier hogar fracturado, puede crear una multitud de emociones en el corazón de las personas involucradas, como decepciones, enojo, falta de perdón, rechazo, abandono, resentimiento, tristeza, opresión, confusión, soledad, duda, desesperación, culpa, miedo, desesperanza, pérdida de la fe... la lista sigue. Nos encontramos con que necesitábamos curar nuestro dolor.

Teníamos la expectativa “irreal” de que nuestra sanidad llegaría a través de nuestro nuevo cónyuge y familiares. Aprendimos que las personas son excelentes para causarse daño mutuamente, pero que las personas que viven con dolor del pasado no pueden ayudar a curarse unas a otras. 

Al encomendarnos a la Sabiduría de Dios para nuestra sanidad, comenzamos a experimentar la piedad, gracia, redención y restauración de Dios. 

A través del Espíritu Santo, Dios es nuestro redentor, sanador, restaurador, amante de nuestra alma, y nuestra gran recompensa.

Sugerencias:

Tómense el tiempo a menudo de escuchar el corazón de cada persona y darle aliento.  Ayuden a todos a sentir que son una parte vital de su familia.  Evalúen sus propias expectativas. ¿Son razonables?

Nuestra oración para ustedes:

Padre, gracias por estar de nuestro lado, y no en nuestra contra. Gracias por traer el Cielo a la Tierra en este nuevo hogar y curar todas las heridas en todos los corazones. Toma nuestros egoístas corazones de piedra que no pueden amar bien y danos un corazón de carne, un corazón tierno y abierto a realmente servir bien a nuestro cónyuge y nuestra familia. Te pedimos todo lo que tienes para nosotros, ¡y lo recibimos en el Nombre de Jesús!