Recibiendo sanidad espiritual

Tras cinco años de tener este diagnóstico que afectaba principalmente mi hígado, pero cuyos efectos se habían pasado a todo mi cuerpo, los médicos consideraron que algo “extraño” había sucedido y que no encontraban muestras de la enfermedad, algo imposible pues los diagnósticos autoinmunes son muy difíciles de identificar y mucho más, de erradicar.

En palabras de los médicos fue “un error de diagnóstico” o un  “no entendemos qué pasó”, pero para mí, es claro que fue el encuentro con el salvador, que salvó (sanó)  mi cuerpo, pero que también, rescató mi corazón.

En la biblia, encontramos que somos tan amados por el Padre, que Él envió a su hijo Jesús para rescatarnos y darnos la “vida eterna”. Un estilo de vida que no solo se refiere a nuestra posición espiritual tras la muerte, sino que comienza ya mismo manifestando el poder de Jesús en cada una de nuestras áreas.

¿Alguna vez te has sentido con un vacío en tu corazón, un “no se qué”, “no se dónde”, que no parece tener llave ni respuesta? ¿Una clase de “enfermedad” o de “muerte” en tu corazón, que hace que sobrevivas cada día y no que lo vivas a plenitud?

¿Qué podemos hacer?

Esa sensación de soledad y vacío en nuestro interior se llama “muerte espiritual” que no es otra cosa que la separación y la falta de relación con el amor de Dios.

La medicina a ese dolor se llama Jesús, porque cuando aceptas el gobierno de su amor sobre tu vida, todas las cosas se irán poniendo en orden y desde la relación con el Padre, podrás experimentar una sanidad que ningún medio natural puede darte.

El temor, la ansiedad, la tristeza… son emociones normales, pero cuando se convierten en estados emocionales constantes y permanentes son síntomas de un dolor profundo. Hay que salir de ellos aceptando la medicina del cielo y viviendo en la expresión máxima del amor de Dios.

Repite conmigo esta oración basada en Juan 3:16

Padre, gracias porque me amaste tanto que diste la vida de tu hijo Jesús, quien es la medicina que descendió del cielo para que al tomarla, creyendo en él y viviendo mi vida bajo su gobierno, pueda experimentar la vida eterna, esa vida que me conecta con tu amor, que me revela tu propósito, que me permite restaurar mi corazón, que sana toda dolencia y enfermedad en mi cuerpo, que trae la más completa vida en abundancia a cada parte de mi ser.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna.

Juan 3:16 (RVR1960)