Aferrándote a la fuerza de DiosMuestra

PASO 3: Espere en Dios

Ya oró por la promesa. Ya actuó de acuerdo a ella tanto como le fue posible. Lo único que queda es esperar y dejar que Dios sea Dios.

Ya hablamos sobre meditar en la Palabra de Dios, pero ¿ahora qué sigue? Josué 1:8 dice: “Sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito”.

No es suficiente simplemente llenarse de la Palabra de Dios. Debe meditar en ella, pasar tiempo con ella y actuar de acuerdo con ella. Por lo tanto, el tercer paso es esperar en Dios. Espere pacientemente, esperanzadamente y atentamente. Al hacerlo, mayor fortaleza divina vendrá a su camino. 

Isaías capítulo 40 comienza con profecías sobre Juan el Bautista, después con profecías sobre Jesús. Continúa hablando del maravilloso poder de Dios sobre las naciones y las personas del mundo e incluso sobre el universo creado. 

Luego en Isaías 40:28, hace la siguiente pregunta: ¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance.

Dios da poder a los débiles. A aquellos que no tienen vigor, les aumenta sus fuerzas. ¿Cómo lo hace? Sigue leyendo Isaías 40:30–31, Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.

Al esperar en el Señor, sus fuerzas serán renovadas. La palabra renovar significa “intercambiar”. Cambiará su debilidad por fortaleza. Significa aguardar expectante, esperando que Dios actúe. Mientras esperamos, somos fortalecidos. Me encanta el hecho de que habla sobre levantar “alas como águilas”. Es una gran analogía. He pasado mucho tiempo en el mar y he visto gaviotas por todas partes. A veces pienso que las gaviotas tienen un cerebro del tamaño de un grano de arena porque son codiciosas y se pelean hasta por las sobras más pequeñas. Ellas solo graznan y pelean, graznan y pelean.

Las gaviotas también siguen a los pelícanos cuando se zambullen en bancos de pececitos. ¡Tan pronto como un pelícano golpea el agua, ya hay como tres o cuatro gaviotas tratando de robar el pez de su pico! Aunque he visto suceder esto muchas veces, hay algo que jamás he visto: a una gaviota quitándole el pez a un águila. 

Conozco al menos dos pares de águilas que habitan la Isla Catalina y que se posan en lo alto de los acantilados de la isla. Si alguien ancla en la pequeña bahía y silba, las águilas mirarán a su alrededor de inmediato. Si toma un pez y lo lanza, un águila dejará su posición y vendrá a atrapar ese pez con sus garras; y aunque haya gaviotas alrededor, éstas las dejarán en paz. El águila llevará su pez hasta la percha y se lo comerá. Esta es una clara imagen de majestad; una imagen de fuerza. 

La idea es que, al esperar en Dios, todas las cosas pequeñas que acosan y perturban su mente, todo lo que le “grazna” y lo distrae, desaparecerá cuando pueda elevarse y sobreponerse. La fuerza de Dios viene al esperar.

Usted ya ha hecho lo que sabe hacer: ha orado por la promesa y actuó de acuerdo a ella tanto como le fue posible. Lo único que queda es esperar y dejar que Dios sea Dios. Al esperar, Él lo fortalecerá. Halle paz en estos versículos del Salmo 27:13–14, Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová en la tierra de los vivientes. Aguarda a Jehová; Esfuérzate, y aliéntese tu corazón; Sí, espera a Jehová.

Tome fuerzas

Busque un espacio en o alrededor de su casa donde pueda estar tranquilo y esperar en Dios. O salga a caminar y orar y reconózcalo. Hable con Él. Luego quédese callado y escuche. Trate de pasar tiempo cada día en su lugar de intimidad con Dios. No ponga horarios. Sólo siéntese, reflexione y escuche. Sea abierto y receptivo a la dirección de Dios porque Él está allí con usted y, cuando espere, Él hablará. Entonces podrá actuar con confianza.