¿Hacia Dónde Nos Dirigimos?Muestra

Si creemos que Dios nos puso en este planeta para conseguir un buen trabajo cuando nos graduemos en alguna profesión y luego ganar lo suficiente para comprar una casa e ir aportando al sistema de jubilación con el correr de los años, para al final de nuestros días obtener un retiro cómodo y placentero, sin duda pienso que nos estaríamos perdiendo de algo maravilloso: ser conscientes de que vivimos en la presencia de Dios todos los días de nuestras vidas, pues es a través de Él que vivimos, funcionamos y tenemos nuestra identidad. Cuando comprendemos esto podemos integrar a nuestra familia, trabajo y nuestro qué hacer diario ese sentido de realización y propósitos eternos.

Muchas personas son conscientes de la presencia de Dios cuando se reúnen en la iglesia o un templo, luego van a casa y en cierto sentido piensan que Dios quedó en aquel lugar. Como resultado, viven vidas divididas entre lo sagrado y lo secular: piensan que la familia y el trabajo son una cosa y otra muy diferente es la religión o el lugar donde se congregan. Pero la realidad es otra: Dios no está aislado de nosotros y nuestra cotidianidad, por el contrario, ni el trabajo, familia o vida social, nos distrae del propósito de santidad que Dios en Cristo le incorpora a nuestra vida. Como alguna vez un líder espiritual expresó: “Santidad es limpieza de pensamiento, pureza de corazón e integridad de la conducta”, que no es otra cosa que fe en acción.