Discapacidad en la Biblia: Lecciones de Vida para TodosMuestra

Moisés y el Llamado

Yo soy …

Inadecuado – no encajo o soy inapropiado para un propósito específico 

Deficiente – carente de alguna manera; no estoy a la altura 

Mediocre – en el promedio; no muy bueno 

No soy suficientemente bueno.  

Sé real. Puedes caer en el hábito de llamarte a ti mismo de cualquiera de estas maneras. Pero, ¿adivina qué dice Dios de ti? 

Tú eres … 

Llamado – creado con una misión o trabajo específico que es únicamente tuyo 

Escogido – destinado para ser; pensado con intención y consideración

Capacitado – con Dios y la comunidad. 

Dios escogió y llamó a todo el mundo con un propósito específico. Cuando te formó en el vientre de tu madre, lo hizo con cuidado e intención, sabiendo los planes que Él había dispuesto para ti. 

Pero es posible que a veces permitas que tu voz interna crítica se haga más fuerte que la verdad de Dios. 

Moisés tuvo este mismo problema. Sí, Moisés (el hombre que enfrentó al Faraón, partió el Mar Rojo y transcribió los Diez Mandamientos) luchó para aceptar y creer en su llamado. 

Moisés tuvo algunos desafíos del habla. Pudo haber tenido disfasia o un tartamudeo severo. Si Moisés estuviera vivo hoy, habría gastado muchas horas en terapia de lenguaje. Él se dijo a sí mismo, "Me quedo sin lengua y se me enredan las palabras" (Éxodo 4:10 NVI). 

Cuando Dios mandó a Moisés ir a Egipto y liderar a la gente Hebrea, Moisés se preocupó por su elocuencia y cómo hablaba. Se centró en sus preocupaciones y en lo que veía como una deficiencia —cuando fue Dios quien lo creó de esa manera en primer lugar (Éxodo 4:11). 

Dato Interesante: Cuando Dios te llama, Él recuerda cómo te creó. 

Dato interesante extra: Cada uno de nosotros es llamado por Dios para hacer el buen trabajo que Él ha planificado para nosotros. 

Entonces, eres llamado. Llamado a mostrar el amor y el poder de Cristo a través de tu vida y tus acciones en la manera que sólo tú lo puedes hacer. Y si eres llamado, eres calificado. Deja de descalificarte. Deja de permitir que otros te descalifiquen por tus diferencias. Y empieza a recordar quién dice Dios que eres. 

Considera: ¿Cuándo tiendes a descalificarte a ti mismo para hacer un buen trabajo para Dios? ¿Cuándo tiendes a descalificar a otros? En su lugar, ¿cómo puedes empezar a mirarte y mirar a otros con los ojos de Dios?