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Tu nombre en alto está

No hay otro nombre más grande que el nombre de Jesucristo, aquel quien al resucitar y subir al cielo, nos sentó juntamente con Él en los lugares celestiales. Solo en su nombre hay libertad, salvación, redención de pecados, sanidad, es aquel que lo llena todo. Por su sacrificio adquirió aquello que Adán por desobediencia perdió, recuperó el dominio y la soberanía de la creación, lo que fue entregado para nosotros desde y por la eternidad, solo el poder de su nombre logró que sobre nosotros fuera nuevamente el gobierno y autoridad de la creación gracias al amor inigualable del Padre. 

Dios exaltó a su Hijo amado, dándole un nombre que es sobre todo nombre, por el cual podemos clamar Abba Padre. Solo ante el nombre de Cristo es que son quebrantados los corazones de piedra y son transformados por corazones de carne, solo ante su nombre se dobla toda rodilla y le da la honra debida, Dios es tan misericordioso que permitió que todos podamos confesar que Jesucristo es nuestro Señor, para la gloria de Dios. 

Jesucristo reina en los cielos y en la tierra, suya es toda la gloria, señorío y autoridad, no hay nada que pueda resistir a su gran poder, todo lo que ha sido creado se sujeta a la autoridad del Padre, Él es quien tiene el poder sobre la vida y la muerte. Es el Dios viviente que permanece por los siglos de los siglos, el mismo ayer, hoy y por siempre. ¡Cómo no alegrarnos! Es un gran privilegio seguir expandiendo el reino de Dios en toda la tierra, un rey que llena todo de amor, paz y sabiduría, aquel que nos permite ser embajadores de su Palabra y portar tal poder en nosotros, portar el Cristo de la Gloria. Cumplimos, manifestamos, obedecemos su Palabra por temor, amor y honra.

Nosotros portamos la sustancia de Cristo, qué responsabilidad tan grande ser ministros de este nuevo pacto que es el Cristo resucitado; después de que perdonó nuestros pecados, el Padre lo sentó a la diestra de su trono y le entregó la majestad celestial y terrenal. 

Oro para que se ilumine esta preciosa verdad, y que su Nombre que es sobre todo nombre, gobierne plenamente nuestras vidas, y que toda carne pueda ver a Cristo en nosotros.