Perspectiva en el valle Muestra

¿Quién? ¿Yo?  

Por alguna razón, la vida más difícil de evaluar es la mía. Es extraño. La persona que más conozco. A quien más tiempo dedico. Sin embargo, parece que soy el misterio más elusivo que he encontrado.

En Romanos capítulo siete, Pablo dice: Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. Pablo no quiere pecar. Odia pecar. Él quiere hacer lo correcto. Pero no lo hace. Y, lo que es más importante, no entiende realmente por qué está haciéndolo si en realidad no quiere. Pero el versículo continúa diciendo: Entonces, si no se me puede confiar para descubrir qué es lo mejor para mí y luego hacerlo, es obvio que el mandato de Dios es necesario.

La verdad de nuestra vida puede ser tan complicada que no estamos seguros qué hacer con ella. Quizás estamos abrumados con datos u ocupaciones que aumentan nuestra confusión. Sin embargo, la conclusión, como lo expresó Pablo, es que necesitamos a Dios. Hay nueve «Yo» en estos dos versos, lo cual quiere decir que en «Mi» no está la respuesta. Ni siquiera entendemos por qué hacemos lo que hacemos. Así que, más de nuestra perspectiva no es la respuesta. Necesitamos más de la perspectiva de Dios. Él puede darnos verdad y amor en nuestra vida a lo largo del valle, para obtener una perspectiva piadosa y verdadera.

Hay ocasiones en que podemos hacer muchas suposiciones. A ciegas aceptamos muchos de nuestros propios prejuicios. La verdad es muy difícil de determinar dentro de nosotros mismos, porque asumimos que ya está allí. Cuando estoy en una reunión con otras personas, es sencillo ver sus puntos ciegos. A veces dolorosamente fácil. Vemos cómo las experiencias de las personas han dado forma a su visión del mundo. Pero de alguna manera, lo nuestro solo parece... lo nuestro. Normal, o al menos sin complicaciones.

La autoperspectiva es un punto de partida importante, pero es muy difícil de obtener. Transformar nuestra autopercepción es un gran desafío. Hay más verdad por ahí de lo que sabemos actualmente. Más autoconciencia, de la que tenemos. Necesitamos ayuda externa para lograr una adecuada retroalimentación, señalar nuestros propios puntos ciegos, y alentar a esos aspectos buenos de nosotros. No puedo descubrir la verdad por mí mismo. Incluso, y tal vez especialmente, cuando se trata de mí mismo.