Los ídolos: “Lo que ponemos en lugar de Dios en nuestro corazón”

El peligro y la tentación constante del pueblo de Dios siempre ha sido — y todavía es — dejar a Dios e ir detrás de los ídolos.

¿Qué es un ídolo?

Dios exige estar en el centro de nuestro corazón. Un ídolo es algo (una persona, cosa física o actividad) que reemplaza a Dios en nuestro corazón. Los ponemos en el centro de nuestro corazón al amarlos, por poner nuestra esperanza en ellos, por dedicarnos a ellos y por buscar nuestra felicidad en ellos.

¿Por qué buscamos ídolos?

Buscamos ídolos porque queremos hallar satisfacción y felicidad, e imaginamos que podemos hallarla en ellos. Esta satisfacción que buscamos es el cumplimiento de nuestras necesidades más profundas: de tener propósito, seguridad, amor, aprobación y felicidad. Solo hay dos lugares dónde buscamos cumplir éstas necesidades: o en Dios o en ídolos. 

¿Qué pasa cuando las buscamos en ídolos?

La gran ironía de los ídolos es que no nos satisfacen verdaderamente; no pueden satisfacernos  porque son cosas creadas, y sólo el Creador puede cumplir nuestras necesidades completamente.

En vez de satisfacernos, nuestros ídolos destruyen nuestra vida — por ellos terminamos sacrificando lo importante de nuestra vida. Cuando ponemos a los ídolos en el centro de nuestro corazón, no disfrutamos de las buenas experiencias, amistades y cosas que Dios nos da.

Es más, nuestros ídolos nos llevan a rebelarnos contra Dios, porque cualquier cosa que ponemos en el centro de nuestro corazón exigirá nuestra alianza y obediencia. Las demandas de nuestros ídolos nos llevan a hacer cosas que Dios ha prohibido y a no hacer otras cosas que Dios ha mandado que hagamos.

¿Cómo dejamos a los ídolos?

Dejamos a los ídolos por escoger a Dios en vez de los ídolos. Sólo Él nos puede satisfacer de verdad. Debemos poner a Dios en el centro de nuestro corazón por amar a Dios con todo lo que somos, más que cualquier otra cosa en la vida. Hay cuatro pasos que nos ayudan a hacer esto:

1. Identificarlos. Para poder dejarlos, tenemos que saber cuáles son nuestros ídolos particulares. ¿Qué tenemos en el centro de nuestro corazón en el lugar de Dios?


2. Quebrarlos. Una vez que identificamos a un ídolo en nuestro corazón, tenemos que destruirlo, quitarlo del centro del corazón, regresarlo a un estatus normal en nuestras afecciones.


3. Reemplazarlos con Dios. Ponemos a Dios en el lugar principal de nuestra vida cuando pasamos más tiempo con Él — por orar, leer la Biblia, meditar, ayunar y trabajar con Él en su Reino.


4. Vigilancia constante. El proceso de identificar y quebrar a nuestros ídolos nunca termina: siempre emergen otros ídolos en nuestro corazón. La vida del Cristiano es estar siempre vigilando su corazón, reconocer el ídolo del día, luchar para quebrarlo y una vez más hacer el esfuerzo para poner a Dios en el centro de su corazón.