Las herejías más grandes de nuestra época

Hay tres filosofías, doctrinas, enseñanzas o prácticas ínter-relacionadas, que juntas componen la herejía más grande de nuestra época. Son la prosperidad, la sanidad y la "palabra de fe". Muchos seguidores de Jesús son engañados por estas falsas enseñanzas.

• El “evangelio” de la prosperidad es la filosofía que los hijos de Dios deben recibir abundancia de prosperidad física en esta vida porque son hijos del Rey y por las promesas de abundancia física que Dios dio a los israelitas bajo el antiguo pacto.


• Otro enfoque equivocado es llegar a ver a la sanidad física como si fuera lo más importante en la vida y como si fuese una garantía o promesa de Dios a sus hijos. Esto hace que las peticiones para recibirla llegan a ocupar muchas de nuestras oraciones.


• La teología de las "Palabras de Fe" es la idea que nosotros podemos declarar lo que deseamos que pase y pasará. En vez de expresar nuestros deseos a Dios, y a la vez expresar nuestra aceptación de su soberanía y de su voluntad, es exigir lo que queremos que Dios haga por medio de estas declaraciones.

Herejías peligrosas

Estas enseñanzas son herejías porque:

• El “evangelio” de la prosperidad no toma en cuenta que las promesas de abundancia física del pacto dado a Moisés no son parte de las promesas del nuevo pacto dado por Jesús. Más bien, Jesús prometió a sus seguidores que sufrirían en este mundo.


• El error que entra con la sanidad es uno de enfoque. Sí es bíblico orar por la sanidad; y muchas veces Dios sana físicamente. No obstante, cuando solo pedimos a Dios que nos sane, demostramos y enseñamos que la vida es lo más importante para nosotros; y que deseamos la sanidad física más que la sanidad espiritual.


• Las declaraciones inspiradas por la teología de las “palabras de fe” no son bíblicas y son un intento de ponernos en el lugar de Dios y usurpar su soberanía.

Un enfoque mejor

Estas herejías son sumamente peligrosas porque son filosofías que son utilizadas para usar a Dios para conseguir una mejor vida aquí en este mundo. Y esta meta — conseguir una mejor vida aquí — es la raíz del error que está en el fondo de estas enseñanzas.

La realidad es que Dios nos llama a ser productivos — no cómodos — durante esta vida. Sus propósitos eternos — principalmente recibir gloria, establecer a su Reino y restaurar consigo las almas nuestras y de los demás —, son más importantes que nuestra prosperidad material y física.

Las mejores promesas: su presencia y su victoria

Hay dos promesas de Jesús que nos dan mucho consuelo y fuerza cuando nos toca pasar por los inevitables momentos difíciles de sufrimiento y necesidad: Son las promesas de su presencia y de su victoria. Jesús prometió que siempre estaría con sus seguidores — tenemos el Espíritu de Jesús con nosotros, Él nos acompaña siempre —, y Jesús dijo que Él ya ha vencido — ha derrotado las fuerzas malignas y sus hijos participan de esta victoria, todo lo que nos pasa en nuestra vida es temporal. Por lo tanto, pase lo que pase, podemos buscar al Reino de Dios y darle gloria en cada momento, porque tenemos el Espíritu de Jesús con nosotros y participaremos en su victoria sobre el mal al final.