El Arte De La Oración EficazMuestra

Pide de acuerdo a su voluntad

El mejor hombre de oración es aquél que más cree y está más familiarizado con las palabras de Dios. Después de todo, la oración no es otra cosa que llevar las palabras de Dios a Él mismo, y decirle: «Que sea hecho, así como lo has dicho». La oración es la promesa cumplida. Una oración que no esté basada en el cumplimiento de lo prometido, no tiene un cimiento verdadero.

Si voy al banco y no llevo ningún cheque, no puedo esperar conseguir algún dinero; es la «orden de pago» la que constituye mi acceso a los recursos de la cuenta dentro del banco, y mi garantía por la que espero recibirlo. De igual forma, tenemos las palabras de Cristo que permanecen en nuestro espíritu, de esta manera estamos equipados con aquellas cosas que el Señor considera con atención. 

Una de las glorias del nuevo pacto, precisamente, es que Dios, a diferencia de lo vivido en el antiguo pacto, donde sus palabras fueron escritas en tablas de piedra y luego en pergaminos, Él prometió para nosotros escribir sus palabras en nuestras mentes y corazones, para que podamos conocer íntima y claramente su voluntad. 

La Escritura dice, que si pedimos cualquier cosa conforme a la voluntad de Dios, Él nos oye y si sabemos que Dios nos oye, tenemos las peticiones que la hayamos hecho, porque no pedimos de acuerdo a nuestra necesidad, sino de acuerdo a su voluntad.

Dios no está comprometido a contestar la oración de todos los que le piden, sino a responder la oración de todos aquellos que piden de acuerdo a su voluntad. 

Además, todo renacido posee al Espíritu de Dios que habita en él. Si permanecemos en Cristo, y sus palabras permanecen en nosotros, entonces el Espíritu Santo ha llegado y ha establecido residencia en nosotros; ¿y qué mejor ayuda en la oración podríamos tener? ¿No es algo maravilloso que el propio Espíritu Santo interceda por los santos, de conformidad a la voluntad de Dios? 

Pablo afirma, en su carta a los Romanos, que no sabemos pedir como conviene, pero que el Espíritu Santo mismo, intercede por nosotros con gemidos indecibles; que Él pide de acuerdo a la voluntad de Dios y no el sentir de nuestro corazón.