Las tormentas de la vidaMuestra

ANTES DE ENFRENTAR LAS TORMENTAS

Cuando Jesús recibió la noticia de la muerte de Juan, se conmovió, ya que era su primo, y decidió apartarse a orar. Esta es una gran lección para nosotros: debemos enfrentar los momentos más difíciles de la vida en oración. 

La reacción de Jesús nos enseña cómo enfrentar la vida, los sufrimientos, las pérdidas, los momentos de dolor. Pero poco tiempo después, el Señor fue interrumpido por la multitud que lo seguía. La Biblia dice que al verlos tuvo compasión de ellos y sanó a los que estaban enfermos. Jesús no se encerró en su tristeza por la muerte de un ser querido, sino que enfrentó la situación, poniendo al otro por encima de su propio dolor. Jesús no se aisló en su dificultad. Solo una  persona madura emocionalmente es capaz de desplazar su propia necesidad para mirar el dolor de otro. Pensar en otro sana nuestras propias heridas. Es la mejor terapia. Algunos se aíslan y están cada vez peor. El compadecerse por otro que está sufriendo termina siendo de sanidad para nosotros mismos.

Durante su ministerio público, Jesús dedicaba mucho tiempo para orar a solas.

Si el Señor Jesús veía la necesidad de estar a solas con el Padre, ¡cuánto más necesitamos nosotros un tiempo diario a solas con Dios para abrir nuestro corazón, reflexionar en su Palabra y prepararnos para cumplir sus instrucciones! 

Jesús descendió de aquella colina y supo exactamente qué hacer para enfrentar una violenta tormenta. No sabemos qué nos depara la vida; no tenemos inmunidad: cualquier cosa puede suceder. Lo que sí podemos hacer es prepararnos, pasando tiempo con Dios.

Si estás primero con Dios, estarás siempre preparado para enfrentar lo que la vida traiga sin aviso. En Él encontrarás las fuerzas, la sabiduría, la gracia que necesites para enfrentar las tormentas.

Osvaldo Carnival