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"El milagro de la muerte"

El método infalible de Dios, la aflicción. Es normal que en tiempos de sufrimiento, veamos la aflicción como nuestro enemigo por el dolor que podemos enfrentar. Sin embargo, la aflicción es el instrumento eficaz usado por nuestro Padre, para producir en nosotros el milagro de la muerte; el milagro de la muerte a nuestro yo, a nuestra carne, a nuestros deseos, a todo aquello que nos hace más como nosotros y menos como Jesús; pero a través de la aflicción, el "yo", es anulado por el poder del Espíritu. Bendito milagro de la muerte, fruto de la aflicción.

La aflicción es una bendición disfrazada de dolor, de sufrimiento, de oscuridad, de desdicha, de crisis, de dificultades, etc. No es fácil verla como bendición cuando estamos en medio del dolor. Sin embargo, difícilmente podríamos experimentar a Jesús vivificado en nosotros si nuestra carne no es afligida.

La aflicción nos humilla, anula toda capacidad que creemos tener en nuestra propia fuerza; ridiculiza toda jactancia y toda vanagloria, ridiculiza todo orgullo y altivez, deja en vergüenza nuestro ego, mata nuestra carne y nos somete en rendición ante el Señor. La aflicción nos recuerda la condición que tenemos delante de Dios, de dónde nos sacó a través de Jesucristo y cómo nos encontró; llevándonos a total sometimiento y rendición ante su misericordia. La aflicción despierta en nosotros la convicción de dependencia que tenemos hacia nuestro Padre, la convicción del amor que se nos ha revelado a través del sacrificio y la resurrección de Jesús; confirmándonos en la verdad que nos ha hecho parte de sus promesas y en la gracia por la que somos sustentados.

De la aflicción y de la muerte seremos partícipes mientras estemos en este mundo. Sin embargo, también tenemos segura la gloria manifiesta en Cristo Jesús, por el poder del Espíritu. Bendita la aflicción que produce en nosotros la muerte que necesitamos para que Jesucristo se vivifique cada día en nosotros. Beneficios sobreabundantes produce el morir, porque nos lleva a vivir como Él.