Información del plan
Su Gran Sacrificio, Nuestra Gran ComisiónMuestra
Extracto: Entonces... Semillas de linaje espiritual por Rob Hoskins
Jesús no murió para que todos los hambrientos pudieran ser alimentados. No murió para que todos los enfermos recibieran medicina. No murió para que todos los pobres tuvieran ropa de abrigo. Él entregó Su vida en el Calvario como sacrificio por nuestros pecados, para que todas nuestras almas pudieran ser salvas.
Salvar almas es asunto del Padre. Jesús nos dio toda esa comisión cuando nos llamó Sus amigos. Cuando damos fruto para el reino, ese fruto se mide en términos de almas.
Si alimentamos a todos los niños hambrientos de África, pero no logramos traerlos al reino de Dios, no les hemos hecho ningún favor: seguirán pasando la eternidad en el infierno. Si construimos un hogar para cada persona sin hogar en los Estados Unidos pero fallamos en guiarlos a Jesús, no hemos cambiado su futuro de manera significativa: la separación eterna de Dios sigue siendo su destino. Si llevamos la mejor medicina a las víctimas más desfavorecidas de enfermedades y desastres, pero no les presentamos a Aquel que puede sanar sus almas, seguirán estando condenados para siempre.
Nuestro negocio es el negocio del fruto para el reino de Dios, el negocio del Padre. Si bien debemos hacer lo que podamos para aliviar las necesidades físicas de nuestros hermanos y hermanas en Cristo, y también de aquellos que están perdidos, nuestra principal preocupación es que llevemos frutos que duren para el reino de los cielos. La comida no dura. La ropa no dura. La medicina no dura. Las almas duran.
Jesús no murió para que todos los hambrientos pudieran ser alimentados. No murió para que todos los enfermos recibieran medicina. No murió para que todos los pobres tuvieran ropa de abrigo. Él entregó Su vida en el Calvario como sacrificio por nuestros pecados, para que todas nuestras almas pudieran ser salvas.
Salvar almas es asunto del Padre. Jesús nos dio toda esa comisión cuando nos llamó Sus amigos. Cuando damos fruto para el reino, ese fruto se mide en términos de almas.
Si alimentamos a todos los niños hambrientos de África, pero no logramos traerlos al reino de Dios, no les hemos hecho ningún favor: seguirán pasando la eternidad en el infierno. Si construimos un hogar para cada persona sin hogar en los Estados Unidos pero fallamos en guiarlos a Jesús, no hemos cambiado su futuro de manera significativa: la separación eterna de Dios sigue siendo su destino. Si llevamos la mejor medicina a las víctimas más desfavorecidas de enfermedades y desastres, pero no les presentamos a Aquel que puede sanar sus almas, seguirán estando condenados para siempre.
Nuestro negocio es el negocio del fruto para el reino de Dios, el negocio del Padre. Si bien debemos hacer lo que podamos para aliviar las necesidades físicas de nuestros hermanos y hermanas en Cristo, y también de aquellos que están perdidos, nuestra principal preocupación es que llevemos frutos que duren para el reino de los cielos. La comida no dura. La ropa no dura. La medicina no dura. Las almas duran.
Escritura
Acerca de este Plan
Recorre un camino diferente que lleva a la Semana Santa de este año. Comience su viaje con misioneros globales en el Medio Oriente y explore las imágenes y los sonidos que lo ayudarán a experimentar la Pascua desde una p...
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Nos gustaría agradecer a OneHope, Inc. por proveer este plan. Para más información, por favor visite: www.onehope.net